20/4/2024
Economía

Ganar peso industrial, sí, pero no en un día

El sector servicios español refuerza su importancia en el modelo económico frente al estancamiento de las exportaciones de alta tecnología

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La revista Fortune publicó a mitad del año pasado su célebre lista anual de las 500 compañías más grandes del mundo. En la lista de la revista norteamericana destacan la acaparadora primacía estadounidense y la presencia de empresas industriales y de tecnología conviviendo con las clásicas del petróleo, la banca o la gran distribución.

Si se repasan las compañías del índice S&P 500 se ve que muchas no estaban hace pocos años: Netflix, Facebook o Amazon son algunos ejemplos. Lo mismo que Lenovo y Huawei, empresas chinas que se han metido en la lista Fortune 500 junto a las grandes compañías tradicionales. Les ocurre algo parecido a algunas de las 50 empresas que más valen del índice Euro Stoxx 50, que incluye a Nokia, Orange, Deutsche Telekom, Siemens y a las españolas Iberdrola, Inditex y Telefónica. Esta última y los dos mayores bancos españoles, Santander y BBVA, están en el ranking de Fortune y en el Ibex, el índice español al que entraron hace años grupos como Indra, Grifols, Inditex o Repsol.

Muchas de estas empresas son el ejemplo de que la industria en general y la tecnología, el conocimiento y la investigación en particular han desencadenado un crecimiento económico que genera millones de empleos en el mundo. Parece un cambio que remite a la revolución industrial del siglo XIX y a los avances de los primeros años del XX.

¿Está en condiciones España, que perdió en su día el tren de la revolución industrial, de engancharse a este crecimiento? La tarea no parece fácil. De entrada, en el modelo económico español falta peso industrial y capacidad de exportar tecnología. En cambio, tienen una presencia importante servicios como el turismo y la construcción. Algunos expertos destacan, sin embargo, que la batalla por encaramarse a una buena posición industrial y tecnológica no debe darse por perdida y recalcan varios requisitos para ganarla. Primero, elevar el peso industrial. Segundo, aumentar las exportaciones de alta tecnología. Tercero, fomentar la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D). Cuarto, lograr más patentes internacionales. Y quinto, elevar el tamaño medio de las empresas, a la vez que se fomenta la formación dentro y fuera de ellas. En todos estos campos España está rezagada y la brecha actual no podrá cubrirse en pocos años.

La industria representa hoy el 15,5% del PIB. Hace 20 años era el 19,8%, según el INE, y en los 70 rondaba el 30%

Para empezar, los datos disponibles al cierre de 2014 no pintan bien. Se ha producido un nuevo retroceso en dos factores clave: el peso de la industria en la economía española ha vuelto a tener una ligera caída y Eurostat acaba de hacer público que las exportaciones españolas de alta tecnología han disminuido, aunque la exportación global ha marcado un nuevo récord, según datos del Ministerio de Economía. Además, la inversión en I+D, considerada vital para elevar el nivel tecnológico de los productos, ha vuelto a retroceder por cuarto año consecutivo hasta un nivel similar al de 2007, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Los estragos de la crisis

Desde hace varias décadas, el peso industrial ha tenido un constante goteo a la baja en España, aunque más suave en los últimos años. Hoy la industria representa el 15,5% del PIB. Hace 20 años era el 19,8%, según el INE, y en los años 70 rondaba el 30%. No ha pasado solo en España. El peso de la industria se ha ido encogiendo en todos los países industrializados mientras crecían los servicios, pero su peso medio en Europa es mayor: el 19,5%.

El Gobierno ahora en funciones lanzó un plan hace 14 meses para lograr elevar el peso industrial hasta el 20% del PIB en cinco años, en línea con la meta de la Comisión Europea. Esto supondría generar unos 40.000 millones más de actividad económica y crear miles de empleos en el sector industrial. Se considera que la industria es capaz de aportar exportaciones y empleos de más calidad que en los servicios. Los datos muestran que los empleos más estables y mejor pagados están en el sector industrial. Según la “Encuesta trimestral del coste laboral” del INE, los salarios en la industria (incluyendo el coste de la Seguridad Social) ascendieron a 2.304 euros mensuales en 2014, frente a 1.984 en la construcción y 1.871 en los servicios.


“La caída del peso de la industria en el PIB fue muy acusada en los años previos a la crisis, en los que el sector de la construcción crecía muy por encima de cualquier otro. En los años de crisis esa tendencia se ha ido estabilizando y los últimos datos apuntan a un crecimiento de la industria por encima de la media, también en empleo”, dice Jorge Barrero, director general de la Fundación Cotec, dedicada a fomentar la innovación tecnológica. “Es importante reforzar esta tendencia e incrementar la competitividad de nuestras industrias tradicionales con innovación y formación, de manera que puedan engancharse al paradigma de fabricación avanzada representado por internet de las cosas, la digitalización o la impresión 3D. Pero al mismo tiempo —añade Barrero— tenemos que apostar por nuevos sectores de alto contenido tecnológico y gran valor añadido, como los materiales avanzados, la biotecnología o las tecnologías de la información y comunicación. Un modelo equilibrado es aquel que combina ambas estrategias.”

Un impulso necesario

En la línea de combinar sectores más tradicionales con los que demuestran un rápido crecimiento se pronuncia María José Moral, profesora titular de Economía Aplicada de la UNED. “Se deben potenciar sectores que demuestran que son capaces de aumentar rápidamente las exportaciones. Para empezar, es más sencillo fomentar nuestras fortalezas industriales y estas se encuentran fundamentalmente en los sectores del automóvil, alimentación, bebidas y tabaco, y de productos químicos, en especial productos farmacéuticos. Estos tres sectores constituyen ya el 47,5% de las exportaciones españolas.”

Moral, coautora del estudio La industria española: Un impulso necesario, publicado por Funcas, añade: “Dentro de las fortalezas se deberían potenciar otros sectores más minoritarios en su aportación al valor añadido bruto industrial pero en los que se cuenta con una amplia experiencia, como el de material ferroviario, ya que no en vano somos una potencia mundial con el mayor número de kilómetros por habitante”, dice. “Pero no hay que olvidar sectores más tradicionales que, aunque presentan más debilidades, están muy arraigados en algunos territorios y su continuación es crucial para su desarrollo. En estos casos, se debe reconducir la actividad hacia las partes de la cadena de valor del proceso productivo que sean más intensas en tecnología.” Y pone un ejemplo: “No podemos competir en fabricar toallas blancas para hoteles, pero sí en textiles ignífugos cuyo precio final es más elevado y cuyo coste de transporte es más bajo”.

Faltan inversión y patentes

Pero los números de inversión en I+D no acompañan. Esta volvió a caer en 2014 y llegó a 12.820 millones, el 1,5% menos respecto al año anterior, según el INE. Desde 2008 —con un gobierno socialista— hasta con el último del PP, los fondos destinados a I+D no han dejado de bajar. En 2014 cayó la inversión tanto del sector privado (el 1,8%) como del público (el 1,1%). En relación al PIB, la inversión en I+D fue el 1,23% frente al 1,26% en 2013, bastante por debajo de los grandes países europeos. Francia destinó el 2,26% de su PIB a Investigación y Desarrollo, según el avance de datos de Eurostat. Alemania, el 2,84% y Reino Unido, el 1,72%. En ninguno de estos tres países ha bajado en los últimos años. Estados como Italia y Portugal destinan a I+D una proporción de su PIB similar a la que se destina en España, según Eurostat. Pero la media de la Unión Europea es el 2%. En España, el País Vasco, Navarra, Madrid y Cataluña superan con creces la media española en inversión en I+D. De los dos gigantes mundiales, Estados Unidos se acerca al 3% y China está algo por encima del 2%, aunque este dato excluye a la región especial de Hong-Kong, apunta Eurostat, lo que significa que, en la práctica, el poderío de China en I+D es mayor.

La inversión en I+D en España está muy por debajo de los grandes países europeos y de la media de la UE

Por otra parte, el peso de las exportaciones de alta tecnología ha caído ligeramente. Llegaron al 5,4% sobre el total de exportaciones españolas en 2013 y bajaron al 5,1% en 2014, según el avance de Eurostat. España lleva seis años bordeando el 5% de exportaciones de alta tecnología, pero esta tasa es reducida comparada con la de otros países del entorno. Francia y Reino Unido tienen tasas del 20,6% y 15,6%, la misma esta última que la media de la Unión Europea. Grecia (3,7%) y Portugal (3,6%) ocupan posiciones de colistas y los países nórdicos están en cabeza.

En cuanto a las llamadas patentes triádicas —con efectos en la Oficina Europea de Patentes, la Oficina Estadounidense de Patentes y Marcas y la Oficina Japonesa de Patentes—, España ocupa una posición rezagada en relación con el tamaño de su economía, con 5,2 patentes por millón de habitantes (4,81 en el año 2000), según datos de Cotec. Las patentes triádicas acreditadas por Italia son 11,5 por millón de habitantes. Francia tiene 38,9; Alemania, 66,7; Suecia, 73,5 y la Unión Europea, 27,4.