19/4/2024
Literatura

La escritora que fue Zenobia Camprubí

Sus diarios de juventud se publican junto a relatos, artículos y reseñas

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A los 22 años, Zenobia Camprubí (1887-1956) vivía con su madre en Nueva York, asistía a clases en la Universidad de Columbia y se afanaba en la escritura. Su diario, poemas, artículos y traducciones lo demuestran: quería ser escritora. “Voy deprisa por el mundo / Llena de risa y amor / A todo el que me lo pide / Risas y besos le doy.” Estos versos pertenecen a uno de esos 27 poemas inéditos escritos bajo el frenesí de la juventud. Si alguna vez hubo dudas de las aspiraciones intelectuales de Zenobia Camprubí —conocida, sobre todo, por ser esposa y sombra de Juan Ramón Jiménez—, estas quedan despejadas con la lectura de Diarios de juventud. Escritos. Traducciones, un volumen de más de 500 páginas que acaba de publicar la Fundación José Manuel Lara con una cuidada edición de Emilia Cortés Ibáñez.

Zenobia vivía deprisa y saboreaba los días que le había tocado vivir: “Estoy tan encantada y tan entusiasmada con todo que no creo que haya ni una persona que disfrute la vida más que yo”, escribía en su diario el 29 de marzo de 1909 a bordo de un barco que la traía de vuelta a España desde Estados Unidos. Nació en Malgrat de Mar, un pueblo a orillas del Mediterráneo, el 31 de agosto de 1887, en una lujosa casa de estilo colonial con una escalinata de mármol que su padre, Raimundo Camprubí Escudero, ingeniero de profesión, alquilaba para la familia todos los veranos. Se educó en casa con profesores particulares bajo la supervisión de su madre Isabel Aymar, una puertorriqueña de familia acaudalada. Para su madre y su abuela lo más importante que debía aprender Zenobia era el amor por los libros. 

En el verano de 1904, Isabel tomó una decisión que marcaría el carácter independiente de su hija: abandonó a su marido y la casa familiar. Se llevó consigo a Zenobia y a Epi, su hijo menor. Después de un extraño periplo por Europa, que los llevó por Lyon y París, cruzaron el océano hasta llegar a Nueva York. Zenobia vivió en Estados Unidos desde julio de 1904 hasta marzo de 1909, años que marcarían su vida para siempre, sobre todo por el contraste que se produjo entre su gris y provinciana vida española y el éxtasis de Estados Unidos.

Emilia Cortés Ibáñez se ha sumergido en los archivos del matrimonio Jiménez Camprubí durante casi 15 años para arrancar de las profundidades las pruebas de lo extraordinaria que fue Zenobia desde su juventud. Así se lo contó a Winston Manrique Sabogal en una entrevista en El País: “Este libro es para que la veamos a ella. Para que nunca más esté escondida. Siempre hemos visto a Zenobia en función de Juan Ramón. Aquí se la ve a ella sola, porque antes de conocerlo a él ya era ella. Se casó y siguió siendo Zenobia. No le hacía falta ser De Jiménez. Fue una mujer inteligente, autónoma, fuerte, directa, clara y práctica. Y lo siguió siendo al lado del hombre que amó y la amó”.

El diario de juventud de Zenobia no comenzó por iniciativa propia. En la primera página cuenta que “este diario no es un registro de mis pensamientos y sentimientos, no es para ordenar lo que hay en sus páginas. Podría seguir los estadios de evolución que ha habido desde mi infancia hasta mi etapa de mujer, que se han mantenido conforme a los deseos de mi madre. Recientemente me ha pedido que haga una entrada diaria de este libro para registrar mis acciones durante el día”. El diario que ahora se publica es, ante todo, una breve colección de anotaciones en torno a las actividades cotidianas (en total no serán más de 60 páginas).

Puede que no tuviera voluntad para llevar un diario, pero sí para leer vorazmente y escribir artículos. Zenobia tenía 14 años cuando apareció el primero, “A Narrow Scape”, en la revista Saint Nicholas. Llegó a publicar en Vogue un texto que llevaba por título “Spain’s Welcome to the Spring”. El volumen incluye un total de 14 artículos publicados, además de decenas de relatos, reseñas y textos inéditos. En “La habitación de mi infancia”, por ejemplo, describe algunos pasajes de su vida con sencillez e inocencia: “El recuerdo favorito de mi infancia es mi abuela y la habitación que compartía con ella. Más bien debería decir la habitación a la que mi abuela me había invitado. Había una chimenea y en la repisa dos candelabros de cristales”. 

Los años neoyorquinos fueron los del hambre creadora. Leía, escribía, publicaba, se relacionaba con jóvenes intelectuales de la ciudad y soñaba con un futuro como escritora. Cuenta Cortés que el grueso de todos sus escritos corresponde a su juventud, hasta sus años madrileños (1915 aproximadamente). Algo se torció en el momento en que conoció a Juan Ramón en la Residencia de Estudiantes en 1913.
Así la describía el Nobel, que se enamoró irremediablemente y la persiguió durante meses hasta que ella aceptó su propuesta: “Es agradable, fina, alegre, de una inteligencia natural, clara, y que tiene gracia, esa gracia especial que se adquiere con los viajes, con la gran educación social del país norteamericano donde está educada; que sabe varios idiomas, ha viajado, ha visto muchísimo, ha leído también mucho, y con todo es muy joven”. Pero Zenobia no tenía tan clara la idea de ser esposa de alguien. Cinco años antes le escribía a su amiga María Martos: “Yo soy la clase de mujer que no se casa [...]. Todavía no he visto al hombre que me pudiera hacer más feliz de lo que creo poderlo ser siendo soltera”.

No se puede saber si Zenobia pudo haber hecho de sus “veleidades literarias”, como ella misma llamó a su anhelo de ser escritora, su profesión, pero este volumen servirá para garantizar que los que se acerquen a su figura a partir de ahora vean en ella algo más que la sombra de un poeta: una mujer que fue deprisa por el mundo. “Brindo por ti, amor / Brindo por mi amor por ti, amor / Brindo por las hazañas que haré, amor.” Queda brindar por la escritora que fue.

 
Zenobia Camprubí. Diario de juventud
Zenobia Camprubí. Diario de juventud
Zenobia Camprubí

Edición  de Emilia Cortés Ibáñez, Fundación José Manuel Lara, Sevilla , 2015, 520 págs.