29/3/2024
Europa

La ultraderecha se hace fuerte

Aupados por la crítica a los poderes establecidos, la crisis económica y la inmigración, los partidos populistas europeos han irrumpido en los parlamentos y hasta en los gobiernos

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La ultraderecha se hace fuerte
Manifestación fascista convocada por 'Hogar Social' en Madrid el pasado sábado 21 de mayo.DANI POZO / AFP / GETTY

  AUSTRIA El aviso del FPÖ

Es la tercera fuerza parlamentaria y ha perdido la presidencia por solo 30.000 votos
Austria no tendrá un presidente de ultraderecha por muy poco. Con solo 31.026 votos de diferencia, Norbert Hofer, el aspirante del Partido de la Libertad (FPÖ), perdió las presidenciales en la segunda vuelta ante el ecologista Alexander van der Bellen. “Un triunfo de Hofer habría tenido un significado simbólico, sin consecuencias inmediatas para la política del país”, dice a AHORA Heinz Gärtner, del Instituto Austriaco para las Relaciones Internacionales (OIIP). Sin embargo, los resultados de esos comicios son un aviso de cara a las próximas elecciones parlamentarias , en 2018. Las encuestas reflejan que el FPÖ es ya la primera fuerza política en Austria. Un tercio del electorado se identifica con esta formación ultranacionalista.

En los últimos comicios legislativos, celebrados en 2013, una quinta parte de los votantes eligió a los candidatos de este partido populista, euroescéptico y de extrema derecha fundado en 1956. El FPÖ es la tercera fuerza en la Cámara Baja austriaca, con 40 diputados. El Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ) y el Partido Popular (ÖVP), las formaciones que han dominado la política del país en las últimas décadas, cuentan con 52 y 47 escaños, respectivamente.

  PAÍSES BAJOS Wilders, llave de Gobierno

Las últimas encuestas dan un 37% de apoyo al líder del Partido por la Libertad
Un tercio del electorado holandés se identifica con el Partido por la Libertad del populista Geert Wilders. Al PVV (según sus siglas neerlandesas) hay encuestas que le atribuyen un apoyo de hasta el 37%. Esta formación fundada en 2006, después de que Wilders abandonara el Partido Popular por la Libertad y la Democracia debido a su desacuerdo con la entrada de Turquía en la UE, se quedó lejos de su mejor resultado —24 escaños en 2010— en las últimas elecciones generales, celebradas en 2012. Sin embargo, con el 10,1% logrado entonces consiguió ser decisivo: el PVV fue el actor que permitió, a través de un acuerdo con el Gobierno, la formación de un equipo liberal-conservador en el Ejecutivo integrado por políticos de la Llamada Democristiana (centroderecha) y del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (liberal).

Hanspeter Kriesi, politólogo del Instituto Universitario Europeo de Florencia (EUI), recuerda que en las elecciones europeas de hace dos años el PVV obtuvo apenas un 12% de los votos. “Las encuestas son volátiles y las campañas pueden deparar sorpresas como la de las pasadas europeas, en las que a Wilders le salió el tiro por la culata”, sostiene Kriesi.

  POLONIA Y HUNGRÍA Otra idea de democracia

Ley y Justicia y Fidesz-Unión Cívica: nacionalistas y xenófobos
El Partido Ley y Justicia (PiS), en Polonia, y Fidesz-Unión Cívica, en Hungría, “no apuestan por la revolución cuando pierden las elecciones, pero tienen una idea muy particular de la democracia”, dice Hanspeter Kriesi, investigador de EUI. En este espectro, según recuerda Takis Pappas, profesor de la Universidad de Macedonia, no tienen sitio formaciones como Amanecer Dorado en Grecia, el movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik) o el movimiento alemán de los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (PEGIDA). “Estas organizaciones son neonazis y, por tanto, no democráticas”, señala Pappas.

PiS gobierna tras las elecciones generales del pasado noviembre. Ya tuvo las riendas del ejecutivo entre 2005 y 2007. Por su parte, Fidesz-Unión Cívica ha sido clave en la política húngara desde 1998, cuando fue el partido más votado. Su líder, Viktor Orbán, volvió a ser primer ministro tras las generales de 2010 (con un 52,7% de los votos), cargo que renovó en 2014.

  FRANCIA La normalización del FN

Marine Le Pen se enfrenta a la vieja guardia, identificada con los fieles a su padre
Las encuestas sitúan a Marine Le Pen, lideresa del Frente Nacional (FN), en la segunda vuelta de las presidenciales francesas en 2017. Los sondeos de intención de voto llevan tiempo atribuyendo a la aspirante del FN el apoyo de un cuarto del electorado. Lo que sí fue una sorpresa es que su padre, Jean-Marie Le Pen, llegara a esa segunda vuelta en las presidenciales de 2002. Del mismo modo que sorprendió que en las elecciones legislativas de 1986 el FN se hiciera con 35 escaños. Con Marine Le Pen “el FN está haciendo todo lo que está en su mano para convertirse en un partido capaz de gobernar”, señala a este periódico Olivier Roy, investigador francés del EUI. La llegada del FN al poder en Francia, más allá de los 13 ayuntamientos que controla, pasa por una coalición con Los Republicanos, el partido de centroderecha que preside  Sarkozy.

Tanto Roy como Pappas ven al FN en proceso de normalización, moviéndose ideológicamente para hacerse más respetable. Estos cambios pasan por renunciar al liberalismo económico o a la idea de Francia como nación cristiana. En la primera vuelta de los comicios regionales de diciembre, el partido de Le Pen fue el más votado (27,7%). Con todo, solo tiene un escaño en la Asamblea Nacional.

  REINO UNIDO Obsesión por el Brexit

Salir de la Unión Europea es el único objetivo del UKIP liderado por Nigel Farage
El Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) que lidera Nigel Farage solo tiene un escaño en la Cámara de los Comunes, a pesar de haber obtenido casi cuatro millones de votos en las últimas elecciones generales, celebradas en mayo de 2015. El UKIP, de hecho, ha conseguido prácticamente multiplicar por cuatro su base electoral gracias a su postura a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, el Brexit, que los ciudadanos votarán en referéndum el 23 de junio. “Es un partido monotemático, pero en lugar de estar centrado en la inmigración, como la mayoría de los populistas de derechas en Europa, el UKIP solo tiene en su agenda el abandono de la Unión”, señala Roy, investigador francés del EUI.

Ese abandono, sin embargo, no lo ha puesto sobre la mesa Farage, sino el primer ministro David Cameron, iniciador del proceso que terminará en junio con el referéndum sobre la permanencia del país  en la UE. “Cuando los partidos tradicionales se ponen a hablar de soberanía, de la UE o la inmigración, lo único que hacen es convertirse en un factor más del auge de la extrema derecha”, apunta a este semanario Carsten Kochmieder, politólogo de la Universidad Libre de Berlín.

  ALEMANIA Una alternativa islamófoba

AfD, fundado en 2013, logra acabar con el lastre del oscuro pasado nacionalista alemán
La aparición de Alternativa para Alemania (AfD) en el panorama político germano remite a las turbulencias de la zona euro. Se fundó en 2013 como respuesta a lo que en esta formación tachan de régimen de rescates financieros en Europa. Asentada inicialmente en el euroescepticismo, AfD ha terminado por adoptar un programa marcadamente islamófobo que plantea prohibir la construcción de minaretes o la llamada al rezo de los muecines ya que, según sentencian en esta formación, “el Islam no pertenece a Alemania”. AfD es un partido “nativista”, dice Takis Pappas, profesor de la Universidad de Macedonia. Comparable en términos ideológicos al FPÖ, el PVV, el DPP, los Verdaderos Finlandeses o el SD, el particular “mérito” de esta “alternativa” consiste en haber terminado con el lastre en que se había convertido el oscuro pasado del nacionalismo alemán.

“El legado del nazismo no era muy favorable a la emergencia de partidos populistas de derechas”, sostiene Kriesi. En las últimas elecciones generales, celebradas en 2013, el freno para AfD fue la barrera del 5% de los votos que hay que superar para obtener representación parlamentaria en Alemania (se quedó en un 4,7%). Desde el inicio de la crisis de los refugiados, la intención de voto sigue una clara tendencia ascendente y los sondeos le dan a este partido hasta un 15%.

En las elecciones regionales de marzo, AfD se movió cerca de esa proporción en los Länder de Renania-Palatinado (oeste) y Baden-Wurtemberg (suroeste). En Sajonia-Anhalt (centro-este) el resultado fue mucho mejor. Allí, casi uno de cada cuatro votantes se decantó por la papeleta de AfD.

  PAÍSES NÓRDICOS En el poder o cerca de él

Mensajes antiinmigración de los populistas en los gobiernos escandinavos
 El Partido Popular Danés (DPP) lleva años adoptando el papel de formación cercana al poder. Creado en 1995, a principios de este siglo permitió la constitución de los ejecutivos conservadores de Anders Fogh Rasmussen, entre 2001 y 2009. Actualmente, el DPP hace lo mismo con el gabinete que lidera el primer ministro Lars Løke Rasmussen (centroderecha) en virtud del 21,1% de los votos cosechados en las elecciones generales de 2015. En esos comicios se erigió como la segunda fuerza política del país, logrando 37 escaños, 10 menos que los conseguidos por los socialdemócratas.

El populista Partido del Progreso de Noruega (PP), creado en los años 70 y que lidera Siv Jensen, forma parte del Ejecutivo como aliado del Partido Conservador tras las elecciones de 2013, en las que obtuvo 29 escaños y el 16,3% de los votos. Su mejor resultado electoral lo consiguió cuatro años antes, con el 22,1% de los votos y 41 escaños.

La formación finlandesa que lidera Timo Soini también integra el Gobierno. Su partido, los Verdaderos Finlandeses (VF), tienen un sitio en el Ejecutivo junto a la Coalición Nacional y al Partido del Centro del primer ministro Juha Sipilä. Surgidos en 1995, los Verdaderos Finlandeses apenas recibieron 40.000 votos en las elecciones de 2003. Pero en 2007 se convirtieron en la tercera fuerza más votada. Cuatro años más tarde representaban a un quinto del electorado. En las generales de 2015 quedaron como segunda fuerza política (17,7% de los votos y 38 diputados).

Los Demócratas Suecos (SD), formación fundada a finales de los 90, no irrumpieron en la Asamblea legislativa (Riksdag) hasta hace seis años. En las elecciones de 2010 se hicieron con 20 diputados. Y en las de 2014 lograron 49 escaños. En esa cita con las urnas se auparon como el tercer partido más votado. En Suecia, uno de los países más generosos en la crisis de los refugiados —en los últimos tres años ha recibido cerca de 300.000 peticionarios de asilo—, el discurso antiinmigración del SD está calando. De ahí el rápido crecimiento de su electorado, un aumento tan claro como el ostracismo que de momento acusa esta formación en el Riksdag.

El mito de la islamización.

El miedo al cambio cultural agita la islamofobia
La ultraderecha europea tiene un enemigo declarado, la inmigración, que suele identificarse con el Islam en los programas de partidos como el PVV en los Países Bajos, el FPÖ en Austria, AfD en Alemania o el Frente Nacional en Francia. Estas formaciones se apoyan en esa percepción según la cual Europa está islamizándose por la llegada de inmigrantes musulmanes y por el temor a la eventual conversión al Islam de la población del continente. “Buena parte de la derecha populista en Europa llama islamización al mismo fenómeno de la inmigración, que es su gran fobia”, afirma Olivier Roy, experto en Islam y Occidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia (EUI).
 

En Europa viven unos 20 millones de musulmanes, pero este número suele sobreestimarse. Como en Francia, donde los fieles al Islam son un 8% de la población, pero los ciudadanos creen que ese porcentaje asciende al 31%. En Alemania la proporción real es del 6%, pero se piensa que uno de cada cinco habitantes es musulmán. Según Roy, esto obedece al miedo “al cambio cultural” en los sectores más propensos a votar por los partidos islamófobos, un colectivo bautizado como los perdedores de la globalización. “Son un grupo heterogéneo formado por nacionalistas que no quieren que su país pierda soberanía, por tradicionalistas contrarios al multiculturalismo y por gente que se siente amenazada de perder el trabajo debido a la globalización y a la posibilidad de deslocalizar industrias”, explica Hanspeter Kriesi, investigador del EUI.