Las pymes se apuntan al riesgo
Los fondos internacionales aumentan su inversión en las empresas españolas de nueva creación
¿Su atractivo? Alexc Oxendford, Jordi Castell y Enrique Linares, sus fundadores, tienen objetivos de altos vuelos. Abren sede en Barcelona y Nueva York y declaran su intención: comerle mercado al todo poderoso Craigslist (la web de anuncios clasificados que domina el mercado estadounidense). LetGo no es un caso aislado y tiene todos los ingredientes que en estos momentos están convirtiendo a las pequeñas empresas españolas en un interesante objetivo de la inversión internacional: reciente creación, innovación tecnológica y gran parte de su negocio enfocado en el mercado internacional.
El dinero invertido por fondos internacionales de capital riesgo en start-ups españolas creció un 157% en 2015
Si algo ha llamado la atención en el mundo empresarial español ha sido este nuevo sex-appeal de las start-ups nacionales. La inversión total, según los datos de Venture Watch, ha llegado a 596 millones de euros. Una cifra nunca vista hasta ahora. El capital riesgo internacional también cambió en 2015 el destino de sus inversiones en España. Dejó aparcadas las millonarias apuestas por grandes empresas para decantarse por un mayor número de operaciones de menor cuantía en empresas de nueva creación con potencial de crecimiento. Los datos presentados recientemente por Ascri, la patronal del capital riesgo en España, confirman un crecimiento del 157%, hasta 395 millones de euros, del dinero invertido por los fondos internacionales en empresas de nueva creación españolas (venture capital). En total, participaron en 83 transacciones frente a las 35 del año 2014.
Para mayor sorpresa, esta situación se produce en un contexto en el que el volumen de inversión total de capital riesgo en empresas españolas ha caído un 19,5%. “La comparativa con el 2014 es complicada porque fue un año de mucha actividad, pero es cierto que en 2015 la incertidumbre política ha mantenido a muchos inversores internacionales en un compás de espera y se han cerrado menos operaciones grandes”, explica Javier Ulecia, presidente de Ascri y socio fundador de Bullnet Capital.
Síntomas de maduración
Una incertidumbre que no parece afectar a las pequeñas empresas. “Las pequeñas empresas que pueden ser objeto de financiación de fondos internacionales ya han demostrado durante la crisis su capacidad de adaptación a los problemas y su esfuerzo por internacionalizarse”, asegura Luisa Alemany, profesora y experta en emprendimiento de Esade.
Por otro lado, tal y como apuntan desde Ascri, todos los partidos políticos llevan en sus programas medidas de apoyo a las pymes y no parece que, gobierne quien gobierne, este sea un sector que vaya a sufrir una legislación en contra, sino todo lo contrario.
Gran parte del tejido empresarial español queda fuera por su reducido tamaño y escasa innovación
Más allá del contexto político coyuntural, “lo que está ocurriendo en España es que está madurando la actividad emprendedora y que por fin se están dando casos de éxito. Eso es lo que atrae a nuevos inversores internacionales. De repente España es un país en el que mirar opciones de inversión en start-ups, algo que hasta ahora no había sucedido”, explica Luisa Alemany. “Es síntoma de que el ecosistema emprendedor español empieza a madurar”, coincide Ulecia. Es el resultado de la actividad de apoyo a los emprendedores que comenzaron, durante los años de la crisis, los fondos de inversión de capital riesgo y otros vehículos de inversión como los business angels.
“El verdadero cambio estructural es que los fondos internacionales están entrando en España mediante la coinversión con los nacionales y eso ayuda a todos“, asegura Ulecia.
El punto de inflexión se marcó en 2014. En abril de ese año, el cofundador de Microsoft y propietario de Vulcan Capital —uno de los fondos de inversión en start-ups más activos del mundo—, Paul Allen, invirtió 30 millones de euros en Scytl. Esta empresa catalana, especializada en voto electrónico y tecnología electoral, fue elegida por Allen para ser su primera inversión en Europa. Allen es conocido por su apuesta por empresas de éxito como Uber o Alibaba. Su aterrizaje en España fue visto por muchos como una indicación de que este era un nuevo centro de interés en el mundo de la inversión. Y, como en todos los ámbitos de las finanzas, la masa de inversores siempre sigue el camino pautado por el denominado smart money (dinero listo).
Por otro lado, la actividad internacional de las start-ups españolas también ha propiciado una mayor visibilidad en entornos de emprendimiento, como puede ser Silicon Valley, y unas relaciones con inversores internacionales que hasta hace unos años ni siquiera asociaban España con el emprendimiento.
A eso se le sumó que un año antes, en 2013, el Gobierno español puso en marcha Fond-ICO, un fondo de fondos para incentivar la creación de fondos privados de capital riesgo españoles. Fue, según coinciden todas las fuentes del sector consultadas, la tabla de salvación de este sector, el verdadero motor de la canalización de inversiones nacionales hacia las pymes más pequeñas y un potente foco de atracción de los capitales internacionales.
El buen hacer de los emprendedores españoles ha llegado en el momento adecuado. El mundo financiero está inundado de liquidez tras años de políticas expansivas por parte de los bancos centrales. A esto se le unen años de tipos de interés en mínimos históricos que complican mucho la obtención de rentabilidad a través de las inversiones más tradicionales como pueden ser los bonos de deuda pública o incluso las bolsas.
Así que la inversión en compañías con alto potencial de crecimiento se ha impuesto casi como obligatoria en la mayoría de los portfolios de los grandes patrimonios. En muchos casos esta se hacía vía fondos de inversión high yield (alta rentabilidad), pero el miedo al estallido de una burbuja en ese mercado ha impulsado a muchos inversores a buscar otras alternativas como la financiación de pequeñas empresas de nueva creación.
No es oro todo lo que reluce
Aunque esta tendencia es sin duda una buena noticia para los emprendedores españoles, está lejos de solucionar el problema de la financiación de las pymes. El número de empresas destinatarias de operaciones de capital riesgo en España durante 2015 fue de 632. De ellas, el 86% (543) lo fue en operaciones inferiores a los cinco millones de euros. Aun así, se trata de empresas privilegiadas entre las 2.821.243 pymes de entre 0 y 259 asalariados que hay en España, según los últimos datos de la Dirección General de la Pyme del Ministerio de Industria.
“Además, el capital riesgo está muy polarizado entre la inversión en empresas que facturan menos de un millón de euros y las que facturan más de 15 millones. Entre medias es muy complicado que capten dinero de fondos, ya sean nacionales o internacionales”, advierte Enrique Quemada, consejero delegado de One to One Corporate Finance.
“No todas la empresas tienen el perfil adecuado para ser destinatarias de capital riesgo. Los fondos solo entran en aquellas que ven con potencial de crecimiento suficiente como para poder recuperar la inversión con un interés razonable”, advierte Ulecia, el presidente de Ascri.
Incluso operaciones como la de LetGo son rara avis. “Un inversor estadounidense, por ejemplo, solo suele invertir en España en la tercera ronda de financiación, cuando ya tienen claro que el negocio triunfa y tiene potencial. Hacerlo antes implica unos gastos y un riesgo que no les compensa”, explica Enrique Quemada.
Eso deja fuera a gran parte del tejido empresarial español, miles de empresas demasiado pequeñas y con la innovación justa a las que el único consejo que les dan los expertos para facilitar su financiación es crecer y crecer.
“Ahora son muy atractivas las empresas con más de 50 millones de facturación. Esas son las que están mirando los fondos internacionales y europeos, pero no para invertir directamente sino para ayudar a crecer a sus participadas. Sería como una segunda derivada”, comenta Enrique Quemada.
“Hay mucho margen de crecimiento para la inversión en pequeñas y medianas empresas. Todavía hay demasiadas pymes en España que no son ‘invertibles’. Muchas por su tamaño, demasiado pequeñas, y por su enfoque, poca internacionalización ergo poco potencial de crecimiento”, concluye Javier Ulecia.