28/4/2024
FDL 2016

Letras perfectas para melodías singulares

Se edita el cancionero de uno de los grupos fundamentales en español: Vainica doble

AHORA / Aloma Rodríguez - 27/05/2016 - Número 35
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Letras perfectas para melodías singulares
Vainica Doble.Elefant Records
El 22 de octubre de 2015 murió Gloria Van Aerssen, una de las componentes del dúo más singular de la música española: Vainica doble. Carmen Santonja había muerto 15 años antes, poco después de que se publicara el último disco del dúo, En familia (Elefant Records, 2000), algo así como su testamento musical.
Un volumen como este solo puede nacer de la pasión y de la admiración total, como explica el editor
La muerte de Van Aerssen devolvió a las Vainica al imaginario popular: músicos las reivindicaron, los periódicos les dedicaron alguna que otra página y las radios y televisiones, minutos. Para entonces, el editor Gabriel Bravo ya estaba preparando un singular proyecto: reunir las letras de las canciones de Vainica doble en un volumen, acompañadas de ilustraciones, y llamarlo simplemente Cancionero. Un volumen así solo puede nacer de la pasión y de la admiración total, el editor así se confiesa en la nota inicial. Denota también un cierto romanticismo y tal vez agradecimiento por los libros de letras de canciones, en ediciones bilingües, con los que se aprendía inglés o se estudiaba la métrica de las canciones de Leonard Cohen o Bob Dylan antes de internet. No debe sorprender: las canciones del canadiense se siguen recopilando en volúmenes y hace poco más de un año Malpaso tradujo el cancionero de Joy Division, por citar un ejemplo.

A pesar de que Van Aerssen se ocupaba más de la parte musical y era Santonja la que se encargaba de las letras, lo firman ambas porque “fueron las dos las que construyeron el inabarcable universo musical de Vainica doble”, escribe Gabriel Bravo en la nota del editor. En la contraportada hay una frase de Gloria Van Aerssen que funciona como una provocación: “Antes que nada somos músicas. Todo el tiempo estáis con lo de las letras y el sentido del humor. Las letras han sido buenas, pero se han hecho porque no teníamos otro remedio para poder cantar. Antes que otra cosa somos músicas. Si a la gente lo que le gusta es la letra, que se compre un libro”. Es cierto, eran sobre todo músicas, pero para hacer música usaban las palabras: la métrica, la fonética, los acentos, el ritmo y, también, lo que contaban con esas palabras. La genialidad de Vainica doble reside ahí: tenían en cuenta el idioma en el que componían y cómo las características de la lengua favorecían un tipo de melodías y una métrica u otra. Santonja y Van Aerssen conocían la tradición de la canción en castellano (por eso es tan acertado el título del libro, como los cancioneros medievales, el de Petrarca, aunque también recoge el sentido de colección de letras).
 

Santonja y Van Aerssen se tomaban tan en serio lo de hacer canciones que podían reírse de todo

El Cancionero vainiquero sigue el orden cronológico de la publicación de los discos. Las canciones que no escribieron ellas —como “El museo”, escrita por Laura Cardenas, hija de Van Aerssen, o “Mi alumno”, cuyo autor es El Gran Wyoming— no aparecen, pero sí algunas de las letras que escribieron para las sintonías de programas de televisión, desde las Fábulas hasta Celia sin olvidar la popular cabecera de Con las manos en la masa. Las canciones van acompañadas de ilustraciones: participan Joaquín Reyes, la cantautora asturiana Lorena Álvarez, Juanjo Sáez, Helena Exquis o Felipe Almendros. Las Vainica fueron también pintoras.
Al mostrarse las letras despojadas del elemento musical destaca el talento compositivo y literario. Además, permite al lector concentrarse en las palabras y en las historias que cuentan las canciones de Vainica: la de Mariluz, obligada a un matrimonio concertado mientras ella sueña con otra vida; el alegato ecologista de “La ballena azul” o “Doñana”; peculiares declaraciones de amor en “Las coplas de un iconoclasta enamorado”, dispuesto a casi todo; y otras más convencionales, pero no menos emocionantes, como “Sígueme”, “Pasos en falso”, “Déjame tu sombra” o “Dices que soy”. Hay crónicas de la miseria en “El duelo” y “Fulgencio Pimentel”; “El rey de la casa” es una defensa de la homosexualidad y la diferencia, y “Alas de algodón”, la historia de alguien que sueña con volar. Vainica doble hablaron de casi todo —le escribieron una canción a Darwin— desde un punto de vista propio y con una mezcla de ternura y gusto por el detalle. Se tomaban tan en serio lo de hacer canciones que podían reírse de todo y colar en medio de una canción aparentemente solemne como “El tigre del Guadarrama” este verso: “oculta cuarzo, mica y feldespato / también perdí un zapato”. Eran tan modernas que “La máquina infernal”, de Heliotropo (1973), llena de onomatopeyas, no tiene nada que envidiar a “Comic Strip”, la canción de Serge Gainsbourg de 1967. Sus temas siguen siendo frescos, gracias a la pócima que inventaron para hacer canciones perfectas.

Cancionero de Vainica doble
Cancionero de Vainica doble
Carmen Santonja y Gloria Van Aerssen
Morsa, Barcelona, 2016, 276 págs.