25/4/2024
Opinión

Ocho favores catalanes

La CUP sigue sumando favores a los independentistas de Convergència, el primero fue obligar a Mas a seguir adelante con la consulta no oficial del 9-N

Joan Llorach - 24/06/2016 - Número 39
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Ocho favores catalanes
álvaro valiño
Mientras el ex-president se atribuye ahora el mérito completo de la iniciativa, en la CUP se relata cómo fueron ellos quienes le instaron a proceder a pesar de la suspensión del Tribunal Constitucional. Según cuentan los cuperos públicamente, Mas respiró aliviado al recibirla y estaba propenso a desistir. Al final, los convergentes independentistas fueron los principales beneficiarios del 9-N, ya que su resultado más tangible fue que su partido pudiera, ya sí, llamarse “iConvergència”.

El segundo favor fue, según un diputado cupero, “enviar a Artur Mas a la papelera de la historia” y dar su beneplácito a Carles Puigdemont. Mas había cumplido ya a la perfección su misión: convencer al electorado moderado de la veracidad del argumentario independentista, a saber, que Cataluña sufre un expolio fiscal sin precedentes en el mundo occidental y que la autodeterminación es un derecho ejercido habitualmente en los países democráticos. Pero cuando Mas adoptó el ideario de Oriol Junqueras también asumió el riesgo de que sus votantes optaran por el original. En efecto, ahora mismo la prioridad de Convergència es evitar el trasvase masivo de sus votantes a ERC. A estas alturas ya está claro que Carles Puigdemont es más efectivo que Artur Mas para hacerlo.

El nuevo president no solo es un independentista de toda la vida sino que ha demostrado tener una excelente capacidad para conectar con la parte de la población catalana convencida de la bondad de la independencia.

La CUP sostiene que no debe dejar de hacer algo en lo que cree porque pueda beneficiar a Convergència

Una muestra de ello es su habilidad para citar a Gerard Piqué, quien escribe divertidos y agudos tuits para el deleite de propios y extraños. Emilia Landaluce, periodista merengue de El Mundo, elogió sinceramente uno de ellos con una descripción del talante del futbolista, “detestamos más la falsa humildad que la fanfarronería fundamentada”, y un ruego “por favor, Piqué, danos caña”. En el Parlament, Puigdemont parafraseó dicho tuit declarando “gracias Tribunal Constitucional, contigo empezó todo”. El regocijo de la bancada y de la opinión publicada independentista fue íntimamente superior a cualquiera de las cartesianas intervenciones de Mas.

Y ahora la CUP acaba de evitar que Oriol Junqueras apruebe su primer presupuesto, lo que, a su vez, ha generado una reacción en cadena de nuevos favores. Los vemos a continuación.

El tercer favor ha sido permitir que Puigdemont supere su interinidad. Hasta ahora vivía con el sambenito de su elección por la gracia de unos pocos y no por el voto de muchos. La CUP le ha puesto en bandeja plantear una moción de confianza con la que gana seguro. Si consigue la mayoría simple del Parlament, se legitima. Si no, trasladará a la CUP el cien por cien de la culpa de haber echado a la papelera de la historia la primera mayoría parlamentaria independentista.

El cuarto, probablemente el que Convergència debería agradecer más, ha sido poner coto a la popularidad de Junqueras. Por la chiripa del ciclo económico, a Junqueras le había tocado ser el distribuidor de un presupuesto con más dinero que el del año anterior. Una bendición para cualquier gobernante especialmente bienvenida después de los recortes. Nada menos que 1.100 millones de más.

Pero incluso antes de saber si podría disponer de ellos, Junqueras ya los estaba instrumentalizando para publicitarse urbi et orbe como el gestor a la vez más social y más riguroso de la historia. Ante tanto desparpajo, Mas-Colell tuvo que salir en TV3 a darle un sobrio toque. 

Pónganse en el lugar de un asesor electoral de Convergència. ¿Es posible vender la actuación de un Gobierno Puigdemont cuyo solista, Junqueras, es simultáneamente el principal rival electoral? La tarea es cercana a lo imposible habida cuenta de que Junqueras no solo tiene el viento a favor de las encuestas sino que además despliega una actividad mediática intensísima, tanto por la frecuencia con que aparece en los programas de máxima audiencia como por la cantidad de foros a los que acude.

Si además Junqueras hubiera podido continuar presentando los 1.100 millones como producto de su buen hacer, el estratega electoral hubiera sufrido pesadillas protagonizadas por el líder de ERC vestido de Mr. Marshall o de superhéroe antirrecortes repartiendo dinero a maestros, médicos, enfermeras, sindicatos, etc. etc. en actos retransmitidos por TV3.

El quinto es proporcionar una narrativa para las elecciones del 26-J. Solo es necesario asistir a cualquier acto electoral de Homs o Mas para saber que el rechazo frontal a la CUP se ha convertido en su principal mensaje. Desde el abrazo entre Artur Mas y el líder cupero David Fernández, Convergència no tenía manera de diferenciar su proyecto independentista del de ERC. Convergència ya tiene su Podemos.

El sexto es resucitar la posibilidad de reeditar Junts pel Sí (JxSí). Mas dejó inventada la fórmula para evitar el sorpasso de ERC: una lista electoral conjunta. Los columnistas con hilo directo con la cúpula informan de que JxSí es una ficción como el matrimonio de El príncipe destronado de Delibes. Pero el desplante cupero ha obligado a su vicepresidente a cerrar filas y defender los colores de JxSí públicamente. Junqueras declaró mil veces su taxativa oposición a formar JxSí hasta pocos días antes de ceder. El entorno mediático convergente ya ha retomado el #pressingJunqueras.

Envió a Mas a la papelera de la historia, invistió a Puigdemont y frena la popularidad de Junqueras

El séptimo es poder fijar la mirada en el futuro y evitar sincerarse sobre el presente. Junqueras ha dicho que “ya hemos empezado a hacer la independencia de Catalunya, ya la hemos ganado en las urnas porque el referéndum para la independencia lo ganamos el 27 de septiembre de 2015 y no dejaremos que nadie nos quite la victoria que después de tantas décadas hemos conseguido”. Por su parte, Puigdemont asegura que “todos decimos que debe haber una pantalla democrática antes de dar el paso hacia un estado independiente”. Y por la suya, Antonio Baños, entonces cabeza de lista de la CUP, declaró que: “no hemos ganado el plebiscito.” Son discrepancias profundas que ya no importan porque toda la atención está puesta en la nueva propuesta que Puigdemont presentará en su moción de confianza en la segunda quincena de septiembre. Después de la Diada.

Y el octavo es ganar tiempo para dibujar la sucesiva última meta. Puigdemont se ha comprometido públicamente a “enriquecer” la hoja de ruta hacia la independencia y juega, con gran habilidad, a mantenernos en ascuas sobre cuál va a ser la novedad. Una posibilidad es el RUI, el referéndum unilateral de independencia, que ya se ha convertido en el objetivo independentista estrella para la nueva temporada.

La CUP ya lo ha pedido. La ANC lo consultará a sus bases. Sin embargo, Artur Mas, Francesc Homs y Xavier Domènech ya lo han descartado. Los convergentes alegando que los partidarios del “no” no asistirían y carecería de validez internacional; y el cabeza de lista catalán de Podemos diciendo que eso ya se hizo el 9-N.

Pero Puigdemont ha declarado que “es una posibilidad”. Podría ser su primer acto de ruptura con Mas. Suspense asegurado hasta septiembre.

Todo lo dicho no significa que la CUP esté cometiendo errores. Si responde a tus convicciones, no hay que dejar de hacer algo porque pudiera beneficiar a Convergència. La CUP está por la ruptura y por evitar a toda costa acabar siendo un engranaje más del “procesismo”, que consiste en retrasarla a base de ir planteando sucesivas metas finales.

Es más, la CUP está dando más de una lección a los otros partidos. Es el primero que transmite a sus seguidores información fidedigna de su acción política y que confía por igual en todos sus diputados para hablar a la opinión pública. En contraste, los otros partidos siguen encomendándose a argumentarios precocinados y a hiperliderazgos unipersonales.

El efecto del estilo de gestión de la CUP redunda en una apreciable mejora de la política catalana. Con una manera de hacer tradicional igual nos hubiéramos perdido a la diputada Anna Gabriel, quien argumenta con una brillantez dialéctica a la altura de Miquel Roca. Los periodistas catalanes estrella aún no han logrado colarle ni una de sus habituales premisas en el preámbulo de las preguntas. En cambio, por ejemplo Pablo Iglesias se las come con patatas.

Después de ocurrir todo lo aquí relatado, Francesc Homs ha dicho “me sorprende que ahora Miquel Roca se dedique a elogiar a la CUP, me parece de un cinismo extremo.” No sé. Igual el ponente de la Constitución también escucha las entrevistas que concede Anna Gabriel.