16/4/2024
Opinión

Presunciones y carencias

Editorial - 03/06/2016 - Número 36
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En el argumentario de campaña, el PP blasona de su gestión de la economía, ennegrece la herencia calamitosa recibida y ahonda la profundidad del desastroso pozo en que estábamos sumidos por la necedad del zapaterismo. Se atribuye habernos rescatado y se autorretrata como si fuera el camino, la salvación y la vida. El estribillo de sus portavoces y los lemas del material propagandístico de apoyo sostienen que el Gobierno del presidente Mariano Rajoy evitó que padeciéramos el rescate, redujo el desempleo, mantuvo el poder adquisitivo de las pensiones, disminuyó la prima de riesgo y logró, en 2015, uno de los crecimientos más elevados de la Unión Europea. La receta para estos logros ha sido el sentido común, la sensatez, la previsibilidad y la moderación, que constituirían los rasgos definitorios del PP desde su primer gobierno en 1996 como partido de la gestión que sabe recuperar a España tras los desastres perpetrados por los socialistas.

Pero lo cierto es que se produjo un rescate parcial, se destruyó empleo de mejor calidad que el creado, más precario y  a tiempo parcial, el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones se ha logrado a costa de fundirse la mitad de su Fondo de Reserva, la prima de riesgo disminuyó en buena medida gracias a la política del Banco Central Europeo y España no es el segundo país de la zona euro que más crece, según proclama la campaña del PP, sino el cuarto. El mito de que el PP es un gran gestor del dinero público es inconsistente después de verificar que ha sido incapaz de contener el déficit y que ha aumentado la deuda hasta situarla en un montante que supera el 100% del PIB.

Las instituciones europeas califican la gestión gubernamental de nuestra economía como deficiente y solo una condescendiente decisión política ha pospuesto la imposición de una multa de la Comisión por incumplimiento por la incapacidad de reducir el déficit al ritmo convenido. De modo que el gobierno que salga de las urnas el 26-J deberá acometer nuevos recortes que dañarán los débiles fundamentos de la recuperación. Tampoco los problemas de medio plazo se podrán eludir ni las nunca emprendidas reformas de la Administración sufrir más aplazamientos. El mercado laboral español sigue siendo  ineficiente, la deuda solo podrá reducirse con nuevos recortes y la sostenibilidad de las pensiones debería despejar factores de incertidumbre. El hecho de que este último punto haya entrado en campaña podría inducir a la búsqueda de soluciones que necesitarían de todos. La pretensión del PP de fiarlo todo a un hipotético crecimiento de la economía y el empleo es fantasiosa.

El PP dista mucho de ser el partido de la buena gestión, como insiste en pregonar mediante una propaganda invasiva. Pero para que el potencial de la economía española derive sus posibilidades será necesario mucho más que la credulidad de los votantes populares dispuestos a confiar a ciegas en unas recetas, las suyas, que han resultado un fracaso a la vista.