27/4/2024
Internacional

Ser negro en EE.UU.

La raza determina el tipo de encuentros que una persona tendrá con la policía a lo largo de su vida

AHORA / Noelia Sastre - 07/10/2016 - Número 54
  • A
  • a
Ser negro en EE.UU.
Miembros de Black Lives Matter Chicago Youth (#BLMchiYouth) protestan contra la brutalidad policial. N. Taradji / Polaris / Contacto
El policía Michael Brelo fue exculpado de todos los cargos por la muerte de Timothy Russell (43 años) y Malissa Williams (30), ambos negros y desarmados. Trece agentes les dispararon 137 tiros en Cleveland (Ohio) en 2012. Brelo, que recargó su arma durante el tiroteo, disparó 49 de los 137. Sus últimos 15 disparos los hizo cuando el resto de agentes ya había parado (tras 122 balas) y, “temiendo por su vida”, saltó sobre el capó del coche y siguió disparando a través del parabrisas.

El agente Darren Wilson disparó y mató a Michael Brown, negro, desarmado, 18 años, en Ferguson (Misuri) en 2014. Lo paró porque estaba cruzando mal la carretera. Minutos después la víctima nadaba en un charco de sangre con seis tiros en el cuerpo: cuatro en el brazo derecho, uno en el ojo derecho, otro en la cabeza. Wilson, que fue absuelto por un gran jurado, justificó sus actos explicando que Brown le parecía como “Hulk Hogan, muy agresivo, como un demonio”.

La policía tiende a estereotipar a los negros sin ser consciente. Primero, el uniforme. Después, la raza

A Terence Crutcher, negro, desarmado, 40 años, se le estropeó el coche en una autopista de Tulsa (Oklahoma) el 16 de septiembre. Unos segundos más tarde, la agente Betty Shelby lo mató de un disparo. En el vídeo de la policía se oye decir a un uniformado que Crutcher “parece un tipo malo”. Su muerte demuestra que un negro en EE.UU. puede morir sin haber hecho absolutamente nada. Crutcher no discutió con la policía, ni era sospechoso de haber cometido un crimen, ni huyó, ni estaba siendo perseguido, ni portaba un arma de juguete, ni era un niño que un agente confundió con un adulto, razones que tantas veces se utilizan para justificar el uso de la fuerza. “¿Queréis saber quién era ese tipo con pinta de malo? Ese tipo era mi hermano gemelo. Era un padre, un hijo, un hombre que iba a la iglesia cada semana”, dijo la hermana del fallecido en rueda de prensa.

Según The Washington Post, de los 1.502 muertos por la policía en EE.UU. entre el 1 de enero de 2015 y el 10 de julio de 2016, 732 eran blancos y 381 negros. Es decir, un 49% de los muertos eran blancos (aunque son el 62% de la población estadounidense) y un 24%, negros (la segunda minoría del país, un 13% de la población). Eso significa que los afroamericanos tienen 2,5 veces más posibilidades que los blancos de ser disparados. Los agentes han matado exactamente al mismo número de personas desarmadas: 50 por cada raza. Pero teniendo en cuenta que la población blanca es cinco veces mayor que la negra, estos tienen cinco veces más posibilidades de acabar muertos a manos de la policía estando desarmados.

Cientos de estadísticas, investigaciones y relatos demuestran que la raza determina el tipo de encuentros que una persona tendrá con la policía a lo largo de su vida. Pero los argumentos legales de los agentes que justifican el uso de la fuerza porque se han sentido amenazados se caen en el caso de Crutcher, que hizo lo que le pidieron, como se ve en las imágenes hechas públicas —aunque, al parecer, y según los abogados de la policía, dejó de seguir esas órdenes en los pocos segundos que no están grabados—. Crutcher no habría podido hacer nada para evitar su muerte salvo no haberle parecido “un tipo malo” a los agentes. Es decir, lo único que podría haberle salvado la vida es no ser negro, escribe Jenée Desmond-Harris en vox.com.

El mito de los héroes

“El racismo moderno puede encontrarse en actos de racismo implícito que reemplazan a los comportamientos de siglos pasados. Ocurre a un nivel subconsciente que favorece a los blancos”, dice a AHORA Priscilla Dass-Brailsford, psicóloga especializada en violencia etnocultural y profesora en Georgetown University. “Es una respuesta automática, como en la reciente muerte de Crutcher en Tulsa, en la que la víctima tenía los brazos en alto y parecía estar desarmada cuando una agente lo mató. Este es un claro ejemplo de racismo implícito: la policía vio a un hombre negro, lo asoció con la violencia y le disparó. Si creces en un entorno donde la gente cree que los blancos son superiores y todo el sistema está construido para apoyar ese pensamiento, empiezas a creértelo.”

“Un día cualquiera en cualquier departamento de policía del país, el 15% de los agentes hará lo correcto sin importar lo que ocurra. Otro 15% abusará de su autoridad cada vez que pueda. El 70% restante puede inclinarse hacia ambos lados de la balanza dependiendo de con quién estén trabajando.” Son palabras de Redditt Hudson, expolicía negro que denuncia la brutalidad policial. Hudson cree que para arreglar el sistema hay que acabar con un mito: que los policías son héroes nobles y buenos (en una encuesta de Gallup de 2014 los estadounidenses colocaron a los agentes en el puesto cinco entre los profesionales más honestos y éticos).

“El racismo institucional está en nuestro sistema criminal de justicia. Su presencia en la cultura policial ha sido clave en las relaciones entre la policía y la comunidad durante décadas.” Hudson recuerda en vox.com que hay oficiales que violan los derechos de la gente a la que sirven. Y que además de los afroamericanos desarmados muertos por disparos de la policía, “otros abusos que no acaban en muerte fomentan el resentimiento y la desconfianza de las comunidades negras hacia los agentes”. Un claro ejemplo es Ferguson, la ciudad donde murió Brown. Allí otro negro, Henry Davis, fue detenido ilegalmente, esposado y golpeado en una comisaría en 2009. Acabaron denunciándolo por manchar de sangre los uniformes.

Es un círculo vicioso: los afroamericanos se sienten más incómodos y eso los convierte en sospechosos

Hudson también critica a los medios por ayudar a alimentar y sostener la narrativa del heroísmo en la que se refugian “los oficiales corruptos”, aplaude a las asociaciones de policía que luchan por acabar con el racismo institucional y cree que todos los agentes del país deberían llevar cámaras, cuyas grabaciones son “el documento más objetivo disponible” para saber qué pasa realmente en los encuentros con los ciudadanos.

Aunque hay programas para entrenar y concienciar a los uniformados contra los prejuicios y el racismo implícito, los policías tienden a estereotipar a los negros sin ser conscientes de ello, incluso si ellos mismos lo son. Primero, el uniforme. Después, la raza. Así funcionan. También está el problema de cómo y dónde patrullan. Teniendo en cuenta que las tasas de criminalidad son en muchos casos mayores en los barrios negros, la policía desplegada en estas zonas utiliza tácticas muy agresivas.

Racismo sistémico

“Tienen que dejar de abalanzarse con una pistola sobre alguien. Cuando hacen eso no les queda más remedio que disparar”, dice a The Washington Post Ronald Davis, exjefe de policía y activista contra el racismo sistémico. De estos barrios segregados y pobres salen también la mayoría de los arrestos y multas. Los agentes son presionados por los ayuntamientos para aumentar los ingresos a través de multas o fondos federales. Un círculo vicioso que hace que los negros, al ser más temerosos de la policía, se sientan más incómodos a su alrededor y eso los convierte en sospechosos a ojos de los agentes, que identifican a los afroamericanos con la violencia. Y así una y otra vez.

El entrenamiento y la interacción con la comunidad podrían ayudar: si la policía se relacionara con los residentes negros a un nivel más personal, dejarían de asociarlos con el crimen y el peligro. O quizá podrían preguntarse qué pensarían si ese negro que ven como sospechoso fuera blanco. Ya lo dijo Kennedy en el Congreso en 1963, cuando pidió el voto para la Ley de Derechos Civiles promulgada al año siguiente: “La ley por sí sola no puede convencer. Estamos sobre todo ante una cuestión moral”.