May, la sucesora de Thatcher
Comercio e inmigración son las prioridades de la segunda mujer al frente de Reino Unido, que negociará la salida la UE
No obstante, May, que representa una gestión de continuidad en el Gobierno, tendrá la oportunidad de demostrar su férrea voluntad al encarar el principal reto de su mandato: la negociación con la Unión Europea para pactar los términos del Brexit. La nueva inquilina del número 10 de Downing Street, que el miércoles sustituyó formalmente a David Cameron, afronta este desafío desde la curiosa posición de haber apoyado la permanencia en la UE en el referéndum del 23 de junio.
Sin embargo, su pasado euroescéptico y bajo perfil durante la campaña le han permitido erigirse como líder unificadora de su partido y del país, ambos traumatizados tras el inesperado veredicto de las urnas. May cuenta a su favor que ha recibido el apoyo de los más conocidos partidarios del Brexit, sus colegas Boris Johnson y Michael Gove. Ambos quedaron relegados en la carrera por el liderazgo y después la han respaldado, quizás para asegurarse un puesto en el gabinete como es el caso de Johnson, a quien May ha nombrado ministro de Exteriores. Otros nombramientos son los de Philip Hammond como ministro de Economía y Amber Rudd, que ocupará la cartera de Interior.
Es hija de un pastor anglicano, se educó en colegios públicos y estudió Geografía en la Universidad de Oxford
De cara a las conversaciones con Bruselas, la primera ministra, de 59 años, ha indicado que no piensa activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa hasta que no tenga clara la hoja de ruta para Reino Unido, lo que prevé que ocurra a finales de este año. También ha subrayado que sus prioridades serán negociar un buen acuerdo comercial y restringir la inmigración, y se ha negado a garantizar el estatus de los ciudadanos europeos que residen en territorio británico, a la espera de obtener condiciones recíprocas para sus paisanos expatriados. “Este es un conservadurismo diferente, pero coherente con nuestros principios. No solo creemos en los mercados, sino también en las comunidades”, dijo en su primer discurso como primera ministra, en el que prometió construir “una Gran Bretaña mejor”. Sobre todo ha declarado que “Brexit significa Brexit”, y asegura que no buscará menoscabar la decisión de los británicos, que el mes pasado eligieron abandonar la UE con un 52% de los votos, frente al 48% que apostó por quedarse. Conservadora por tradición familiar y diputada desde 1997, May acabó siendo la única candidata a suceder a Cameron tras la repentina retirada de las elecciones internas de su rival Andrea Leadsom, que alegó no tener el apoyo suficiente del grupo parlamentario, aunque resultó obvio que no pudo aguantar la presión. Leadsom, que defendió la salida de la UE en el plebiscito, fue muy criticada por afirmar en una entrevista que el hecho de ser madre le daba ventaja sobre May, que ha confesado su pesar por no haber podido tener hijos.
Piden elecciones anticipadas
La coronación de Theresa May por los diputados conservadores ha llevado a las formaciones de oposición, encabezadas por el Partido Laborista, a pedir la convocatoria de elecciones anticipadas, algo a lo que ella en principio se niega, decidida a agotar la legislatura, que termina en 2020.
Sin embargo, esto mismo exigió Cameron en 2007 a Gordon Brown cuando sucedió a Tony Blair al frente del gobierno laborista sin mediar elección democrática. “Gordon Brown no tiene mandato, no fue elegido primer ministro y debería someterse al dictamen del electorado”, proclamó entonces el líder tory.
En caso de convocar elecciones a corto plazo, May partiría como favorita, pues el laborismo está inmerso en una pugna por el liderazgo después de que la diputada Angela Eagle forzara unos comicios internos para desbancar al izquierdista Corbyn.
Theresa May nació el 1 de octubre de 1956 en Eastbourne, en el sur de Inglaterra, la única hija de Hubert Brasier, un pastor de la iglesia anglicana, y su esposa Zaidee, ambos fallecidos. Se crio en el condado de Oxfordshire, donde se educó en colegios estatales para después estudiar Geografía en la Universidad de Oxford. En ese centro conoció a su marido, el banquero Philip May, con quien lleva casada 36 años y con el que hasta ahora vivía en el pintoresco pueblo inglés de Sonning.
May ha nombrado ministro de Exteriores a Boris Johnson, uno de los grandes defensores del Brexit
La pareja, que no tiene descendencia, comparte la afición por el críquet y los paseos por la montaña. A ella le gusta también cocinar y ha confesado que posee más de 100 libros de recetas. Poco más se sabe de la vida personal de May, salvo su pasión por la moda, que evidencia luciendo modelos de diseño y llamativo calzado, y que padece diabetes, algo que reveló en 2013. Tras seis años en varios departamentos del Banco de Inglaterra, accedió a la política al ser elegida concejal en el distrito londinense de Merton, cargo que ocupó entre 1986 y 1994. Dos años después ganó un escaño en la Cámara de los Comunes por la acomodada circunscripción de Maidenhead, y en 2002 se convirtió en la primera mujer presidenta del Partido Conservador. Cuando Cameron llegó al poder en 2010 en coalición con los liberaldemócratas, nombró a May ministra del Interior. La ahora primera ministra ocupó su anterior cargo durante más de seis años, un récord para cualquier político británico en cinco décadas. Durante este periodo, la veterana diputada se ganó fama de trabajadora y confiable, si bien se le achaca falta de carisma y una tendencia al excesivo control.
“Condenadamente difícil”
Complació a las bases tories al lograr la deportación del clérigo islámico radical Abu Qatada, aunque por otra parte incumplió repetidamente la promesa gubernamental de reducir la inmigración. En un descuido ante la prensa, el exministro Kenneth Clarke la describió como “una mujer condenadamente difícil”, lo que ella parafraseó a su favor al afirmar que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, iba a averiguar pronto “lo difícil” que es.
Aunque difiere de Thatcher en muchas cosas, es posible que Theresa May tenga algo más en común con la Dama de Hierro: el arrojo para conseguir sus metas y su aparente impasibilidad ante lo que piensen los demás.
Purga política tras el referéndum
La victoria del Brexit en el referéndum de junio causó un seísmo en la política británica que se ha saldado con una cascada de dimisiones, capitulaciones y complots. La primera víctima fue David Cameron, que anunció su dimisión como primer ministro tras asumir la derrota en el plebiscito, en el que defendió la permanencia en la UE.
Cameron, que había convocado la consulta solo para aplacar a los conservadores euroescépticos, ha visto arruinado su legado al dejar un país dividido y sumido en la incertidumbre económica. Las elecciones internas para sucederlo estuvieron plagadas de maniobras políticas que acabaron por forzar la retirada del exalcalde de Londres, Boris Johnson, abanderado del Brexit, traicionado por su principal colaborador, Michael Gove. Este fue eliminado finalmente de la carrera por el liderazgo, que ganó Theresa May después de la sorpresiva renuncia de la otra finalista, Andrea Leadsom. Partidaria de la salida de la UE, Leadsom fue muy criticada por presuntamente inflar su currículum en el sector financiero y por afirmar en una entrevista que ser madre le daba ventaja sobre May para ser primera ministra.
Por su parte, el conservador Jonathan Hill dimitió el 25 de junio como comisario europeo de Estabilidad, Servicios Financieros y Mercado de Capitales de la UE, lo que dejó a la City londinense sin su mejor contacto en Bruselas. También dejó su cargo el 4 de julio el líder del eurófobo UKIP, Nigel Farage, al considerar que ya había conseguido “su ambición política” de abandonar la UE. Su marcha deja a la formación debatiéndose sobre su futura orientación.
El único que sobrevive, pese a las presiones, es el líder laborista Jeremy Corbyn. Elegido en septiembre con el voto de las bases pero con poco apoyo en el grupo parlamentario, Corbyn ha sobrevivido a un golpe de sus diputados para provocar su dimisión. No obstante, deberá revalidar su mandato en unas nuevas elecciones internas forzadas por la diputada Angela Eagle, que ha presentado una candidatura alternativa con el preceptivo respaldo de 51 diputados.
Según los estatutos del partido, Corbyn podrá concurrir automáticamente a esos comicios, en los que parte como favorito.