6/6/2025
Un avión C-5 Galaxy de la Fuerza Aérea de EE.UU. aterriza en la base de Morón. EDUARDO ABAD/EFE

El Gobierno calla sobre Morón

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El Gobierno calla sobre Morón
Política

En un año de final político incierto, cargado de citas electorales el Gobierno ha puesto en stand by la negociación del convenio bilateral con Estados Unidos sobre la base aérea de Morón de la Frontera (Sevilla). Un acuerdo que los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores deben negociar con la Administración estadounidense tras la petición el pasado diciembre del entonces jefe del Pentágono. Chuck Hagel, que dejó el cargo el pasado mes de febrero, escribió a su homólogo español, Pedro Morenés, para convertir en definitiva la presencia, hasta ahora temporal, de una unidad de élite de 850 marines en la base sevillana. Y aumentar hasta 3.500 la cifra de efectivos en caso de crisis.

EE.UU. explica que pretende que Morón sirva para actuar en situaciones de crisis como el atentado de Bengasi o el ébola

Morón sería, por tanto, la base permanente de la Fuerza Especial Tierra-Aire de Respuesta de Crisis del Cuerpo de Marines, creada tras el atentado al consulado de EE.UU. en Bengasi (Libia) en septiembre, en el que murió el embajador Christopher Stevens. Esta unidad les servirá para intervenir rápidamente en el norte de África. Cuando se firme, será la tercera enmienda al convenio defensivo de 1988 (negociado durante el gobierno de Felipe González), tras las aprobadas en 2002 (con José María Aznar) para legalizar la actuación en suelo español de los servicios de inteligencia de la Marina y la Fuerza Aérea de EE.UU., y en 2012 (con Mariano Rajoy, previo visto bueno de Zapatero) para permitir el despliegue en la base naval de Rota (Cádiz) de cuatro destructores integrados en el escudo antimisiles de la OTAN.

Renovación del convenio

Los marines llegaron en 2013 a Morón con autorización para un año. También se incrementó hasta 17 el número de aeronaves: 12 aviones de despegue vertical MV-22, cuatro de reabastecimiento KC-130 y uno de apoyo. En 2014 su presencia se prorrogó un año más, hasta el 19 de abril de 2015, y ahora, de nuevo, por otro año. La aprobación del despliegue definitivo pasa por una reforma del convenio que debe ratificar el Parlamento. Y aunque Madrid y Washington intentarán cerrarla antes de que acabe la legislatura —debido precisamente a ese futuro incierto en el panorama político español— de momento la cosa va lenta. Defensa no da detalles. Y desde la embajada de EE.UU. en Madrid se limitan a defender su petición. “Se ha demostrado que el uso de esa fuerza ha sido un éxito y responde al mandato original: actuar en situaciones de crisis en el norte de África, como en el caso del atentado en Bengasi, el ébola o la salida de ciudadanos estadounidenses de Sudán del Sur”, afirman las fuentes diplomáticas consultadas. “Por otro lado, el Ejército español se ha beneficiado de la presencia de los marines con maniobras y entrenamiento conjunto, ya que se trata de una unidad muy operativa”, dicen.

El número de marines

La oposición se queja de que el Gobierno no da información y pide que Defensa explique si se está negociando y sobre qué

Respecto al número de efectivos, en la actualidad está previsto un máximo de 850 marines. “España es la que pone las cifras. EE.UU. ha solicitado un aumento en caso de crisis. Morenés ha hablado de 3.500, pero nosotros no confirmamos números. Es un extremo que se está negociando”, concluyen. Lo que niegan en rotundo es que su intención sea convertir a Morón en un centro de operaciones contra el yihadismo en el norte de África. “En absoluto. No tiene nada que ver con eso ni en su génesis, ni en su desarrollo, ni en su operación. Todo lo contrario: se dedica a la respuesta de crisis, como indica el nombre de esta fuerza, y emana del mandato del Congreso de EE.UU. para que no vuelva a ocurrir lo que pasó en Bengasi”, insisten.

“Un centro de operaciones contra el yihadismo no estaría en España, porque una fuerza de ataque y ocupación no se despliega a miles de kilómetros del lugar de conflicto. Su presencia en España está sujeta a los términos del convenio”, aseguran. Desde el Pentágono también lo descartan. “La misión de los marines en España es proteger a los ciudadanos y al personal del Gobierno americano en el norte y oeste de África en casos de crisis. Ese es su mandato”, zanjan.

En el otro extremo del teatro de operaciones están los antimilitaristas, que exponen sus dudas. “Si no es un centro contra el yihadismo, ¿para qué solicitan un aumento de tropas? No creo nada de lo que vende el Pentágono. Sus mentiras se han demostrado en las torturas de la CIA, en Abu Ghraib, en la guerra de Irak…”, subraya Wendy Barranco, miembro del Grupo de Veteranos de Irak contra la Guerra. “No olvidemos que EE.UU. también engañó a un aliado como España para entrar en guerra”, comenta esta activista estadounidense que participó como personal médico del Ejército de su país en la invasión de Irak. “Cualquier base americana puede ser un potencial centro de operaciones contra el yihadismo, porque así es como justifican su presencia en la zona. Washington juega con la baza del miedo, pero España debe priorizar los intereses de sus ciudadanos, aunque sea difícil al haber acuerdos militares, económicos y políticos sobre la mesa.”

Lejos queda ya aquel primer acuerdo de 1953 firmado por Franco y Eisenhower, por el que EE.UU. se estableció en las bases de Zaragoza, Torrejón, Morón y Rota como parte de su estrategia contra la URSS durante la Guerra Fría. Y el franquismo empezó a salir de su aislamiento, aceptando las migajas de Washington —226 millones de dólares para España, frente a los 2.805 millones que recibió el Reino Unido, 2.488 para Francia o 1.173 para Alemania durante el plan Marshall, entre 1948 y 1952—.

Hoy la negociación es entre dos países soberanos. “Somos aliados en la OTAN, socios comerciales y militares. Nos respetamos. Todo se hace conforme a la ley. No puede ser de otra manera. Tenemos la máxima interlocución en materia de Defensa y el mayor nivel de cooperación en la historia de la relación entre ambos países”, dicen desde la embajada americana en Madrid.

“Las bajadas de pantalones se acabaron en tiempos de Franco, cuando no se respetaba la soberanía española. Ahora somos un país soberano negociando con otro país soberano”, señala Diego López Garrido, portavoz de Defensa del Grupo Socialista en el Congreso. Su grupo lleva desde enero pidiendo la comparecencia del ministro Morenés para explicar la posición del Gobierno en esta negociación. “No tenemos ningún tipo de información sobre la enmienda necesaria al convenio bilateral o cuántas reuniones ha habido. No estamos en contra, pero queremos explicaciones, que el Parlamento lo conozca. Y desde luego asegurar que el Gobierno de España autoriza y controla todas las actuaciones, caso a caso, en cada operación militar. Es fundamental que la principal finalidad de la negociación sea la seguridad nacional”, explica.

También la portavoz de Defensa de UPyD, Irene Lozano, apuesta por “tener cierto control, dependiendo del momento y las circunstancias, sobre la ampliación de esos contingentes en momentos de crisis”. Respecto al acondicionamiento de la infraestructura de la base, Lozano recuerda que “más personal requiere una mayor inversión, y si eso se traduce en riqueza, supondrá algo beneficioso para todos. No sabemos quién se encargará de acondicionarlo. Suponemos que se establecerá en la negociación y dependerá de nuestras habilidades, pero debería haber empresas españolas implicadas”.

Una “joya” para el Pentágono

Morón cuenta con una de las pistas de despegue y aterrizaje más grandes de Europa —la NASA la seleccionó como aeropuerto alternativo del programa de transbordadores espaciales—. Y es la única base americana en el extranjero con un telescopio especial para vigilar los satélites y objetos construidos por el hombre que orbitan alrededor de la tierra. Morón es para los expertos la “joya” del despliegue mundial del Pentágono, que al tiempo que cierra 15 instalaciones militares en Europa, aumenta su presencia en España.

Para Enrique Luna, de la Red Antimilitarista de Andalucía, su presencia es un grave error. “A los españoles se nos olvida que estas bases nos sitúan en el punto de mira de los ataques terroristas. Se usan para agredir a países con los que España no tiene ningún conflicto”, concluye, no sin antes recordar el fantasma de las armas nucleares que pueden portar los barcos en la base de Rota, “sin protocolo de seguridad o evacuación en caso de accidente”.