19/3/2024
Opinión

Las dictaduras y nosotros

Editorial - 12/08/2016 - Número 46
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Francis Fukuyama publicó en 1989 un artículo titulado “El fin de la historia”, que tres años más tarde se convertiría en un libro de gran éxito. Sus páginas suscitaron toda suerte de interpretaciones, pero su mensaje principal era de un reduccionismo efectista. Sostenía que la caída del imperio soviético, que solo supo adelantar en L'empire éclaté Hélène Carrère d'Encausse, dejaba al modelo de democracia occidental sin alternativa y pronosticaba su difusión creciente a falta de un recambio mejor. Reconocía la posibilidad de que en el tránsito hacia la democracia universal hubiera retrocesos con vuelta a dictaduras, pero juzgaba casi imparable la fuerza expansiva de la democracia.

Se trate de excepciones o vengan a confirmar el exceso de optimismo de la tesis de Fukuyama surgida cuando cundía la euforia del fin del comunismo, lo cierto es que las dictaduras gozan de buena salud en muchos países, y es un hecho que razonables sistemas democráticos se deslizan en ocasiones hacia distintas formas de autoritarismo. Así, a las ya viejas dictaduras comunistas de China, Cuba o Corea del Norte, a las viejas monarquías absolutas de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Qatar, a los viejos residuos del mundo soviético como Kazajistán, Uzbekistán o Kirguistán, se están sumando países que se metamorfosean en dictaduras mediante aproximaciones sucesivas al autoritarismo, que limita o cercena las libertades, como es el caso de Rusia, Venezuela o Nicaragua.

La pregunta pertinente es qué pueden hacer las democracias para favorecer los derechos básicos de los ciudadanos que viven bajo esos regímenes. Las respuestas que observamos combinan la invocación de los principios, la senda del pragmatismo y la preeminencia egoísta de los propios intereses. La caída del sistema soviético tuvo el apoyo de la UE, que ofrecía un ejemplo de democracia a los países de Europa del Centro y del Este. Estados Unidos fue un referente lejano pero útil en transiciones de países como Corea del Sur o Taiwán. En cambio, el bloqueo comercial de décadas con Cuba careció de efectos democratizadores, y la dependencia económica de buena parte del mundo con China blinda a su régimen de las críticas que merece. Sea como sea, aunque se han dado casos de  transiciones de éxito, su escasez debería elevar el aprecio a la nuestra. En todo caso, exportar la libertad con armas conduce al fracaso, como prueba el librode Luciano Canfora.