25/4/2024
Europa

Tsipras llega a las elecciones empatado con los conservadores

El desgaste de Syriza y el ascenso del líder de Nueva Democracia apuntan a un Parlamento fragmentado y a alianzas de gobierno

Alejandra Guerra - 18/09/2015 - Número 1
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Tsipras llega a las elecciones empatado con los conservadores
Tres personas siguen la intervención de Tsipras en un debate electoral. LOUISA GOULIAMAKI / AFP / Getty Images
Ya nadie habla de Grecia. En la recta final de las elecciones legislativas, pocos europeos conocen el nombre del candidato conservador que amenaza con dar un vuelco a las encuestas y arrebatar el Gobierno a Alexis Tsipras. La enésima crisis griega ha dejado exhausta a Europa y a Syriza, mermada y a contrapelo, en una dura pelea por mantener la escasa ventaja que aún le conceden los sondeos. Y mientras, la izquierda europea desvía su mirada de Atenas para dirigirla hacia Reino Unido y busca un nuevo mesías en la figura de Jeremy Corbyn.

Tsipras ha rebajado el tono y ha abierto la puerta a coaliciones, pero no con partidos “del pasado”


En enero, Tsipras fue elegido con un mandato claro: acabar con la austeridad. Los griegos querían cambios. El primero de ellos, poner fin a décadas de turnismo entre Nueva Democracia y los socialistas del Pasok. Tsipras, el carismático líder de 40 años, prometía renovación, el fin de los dictados europeos y una quita de la deuda. Nueve meses después, él es su propia herencia política y los errores, que llevaron al cierre temporal de los bancos y a controles de capitales, son imposibles de ocultar.

“Otro modo de describir los errores es llamarlos experiencia”, afirmaba Tsipras durante el tercer debate de la campaña el pasado lunes, citando, curiosamente, al fundador de Nueva Democracia, Konstantinos Karamanlis. “Nuestra reelección enviará un mensaje a los defensores de la austeridad de que buscamos ponerle fin”, promete el líder de Syriza, quien pide un nuevo voto de confianza para renegociar las escasas condiciones que quedan por detallar en el rescate y orientar el programa hacia un modelo más acorde con el inicial.

El líder de Syriza se justifica

Tsipras admite la derrota, pero afirma que “dio la batalla” por el pueblo griego durante los momentos más duros de las negociaciones maratonianas. “No le pagamos por horas”, replicaba su oponente, el inesperado Vangelis Meimarakis, disparando contra los resultados de la gestión de Syriza. Meimarakis, un hombre al que se le considera con los pies en la tierra, zarandea también la inestabilidad que ha acompañado al Gobierno del  “primer ministro de los 60 euros”, el tope diario que se podía retirar de los cajeros durante el cierre bancario. Y apuesta por volver a la normalidad, probablemente lo mejor que se le puede ofrecer hoy a todos los votantes moderados que vieron a su país al borde de la salida del euro bajo el mando de Tsipras y de la mano de Yanis Varufakis.

Meimarakis ha sido capaz de resucitar también a su partido, que se mantenía como líder de la oposición pero muy tocado después de haber sido desbancado del ejecutivo por Syriza a finales de enero. La salida de Antonis Samarás, el anterior primer ministro, de Nueva Democracia después de que no lograrara movilizar a los ciudadanos a favor del sí en el referéndum ha facilitado la resurrección del partido conservador. Pero el éxito de Meimarakis ha pillado a todos por sorpresa, incluido el propio Tsipras.

Lo que importa en Bruselas es que Atenas cumpla, devuelva el dinero prestado y no cree más turbulencias


“La mayor ventaja de Meimarakis puede que sea simplemente que no es Samarás y que es la principal alternativa a Tsipras, más que nada que haya específicamente hecho o dicho”, explica a AHORA el experto en política griega de la Universidad DePaul Erik Tillman. “Tiene un carácter sencillo de agradar y habla un lenguaje que la gente puede entender. Durante la crisis, ha mantenido un perfil bajo”, destaca por su parte Roman Gerodimos, de la Universidad de Bournemouth.

Lo cierto es que los temores que alimentaron el órdago en forma de referéndum que lanzó Alexis Tsipras a mediados de junio se materializan: Syriza podría perder el Gobierno. Las elecciones que Tsipras ideó como un modo de apuntalar su mandato, tras la más que anunciada división de su partido y la contradicción que supuso la firma del tercer rescate al país, le han puesto en la cuerda floja. Y a menos de un punto de Nueva Democracia, según un sondeo de la Universidad de Macedonia.

Tsipras ha tenido que encarar esta breve campaña con un corsé que le es antinatural: las condiciones de un rescate a tres años por 86.000 millones de euros. En esta tesitura, tiene que hacer malabares para encontrar un hueco alejado tanto de los defensores conservadores y liberales del rescate como de sus detractores. Muchos de ellos eran hasta hace poco compañeros de viaje del líder de Syriza, como el exministro Panagiotis Lafazanis, la expresidenta del Parlamento, Zoe Konstantopoulos, o Varufakis, que ahora corteja a la nueva estrella de la izquierda, el laborista británico Corbyn.

Nadie espera un vencedor claro en los comicios de este domingo. Ninguna de las encuestas electorales publicadas hasta la fecha ha mostrado un apoyo para ninguno de los contendientes de más del 36%, el listón por encima del que se logra la mayoría en el Parlamento heleno. Y se espera que los escaños de ambas fuerzas combinadas no alcancen los dos tercios de la cámara. La por ahora tercera fuerza, la ultraderechista Amanecer Dorado, se quedaría con solo un 7%, lo que da cuenta de la alta fragmentación del próximo parlamento. 

Sin mayorías claras

Dejando de lado el recurrente factor sorpresa de la política griega, ningún partido podrá gobernar en solitario tras el domingo y será necesaria una coalición de al menos tres partidos, pese a los 50 escaños adicionales con los que el sistema electoral griego premia al partido vencedor. Las alquimias electorales no han cesado durante estas semanas, aunque Tsipras arrancó la campaña descartando cualquier alianza que no fuera con sus socios de Gobierno, ANEL, que podrían quedar fuera del hemiciclo. 

Ante el avance de Nueva Democracia, el líder de Syriza ha rebajado el tono y ha abierto la puerta a coaliciones, pero no con partidos “del pasado”. Es decir, rechaza de plano colaborar con Nueva Democracia, como defiende Meimarakis. Descartados los neonazis de Amanecer Dorado, los comunistas del KKE y la escisión de Syriza, Unidad Popular, los socios más plausibles son los socialistas del Pasok y los liberales de To Potami.

Sea cual sea el resultado, lo cierto es que el próximo ejecutivo se enfrenta a una tarea difícil durante los próximos tres años, con la aplicación de un duro rescate y poco o ningún margen para tomar iniciativas propias. Además, Tsipras ha prometido seguir peleando una quita de la deuda helena que sus socios rechazan de pleno.

Meimarakis ha resucitado también a su partido, muy tocado tras perder en enero el gobierno ante Syriza


Bruselas es consciente de todo ello. Y por eso, una vez disipada la gran esperanza de la izquierda europea, la convocatoria electoral griega se observa con calma. Cualquiera de los potenciales resultados, tal y como se va dibujando el mapa electoral, podría ser satisfactorio para los socios europeos y las instituciones. “No, no estoy inquieto”, reconocía Pierre Moscovici a ocho días de los comicios. “No sé qué partido se impondrá, qué coalición se formará (…) pero sé que el programa fue adoptado en agosto con una amplia mayoría” que se entiende que seguirá adelante con los compromisos adquiridos. En realidad, lo que importa en Bruselas —y Berlín y París— es que Atenas cumpla, devuelva el dinero prestado y no cree más turbulencias. 

La crisis de los refugiados ha cogido a Europa desprevenida una vez más y nadie está dispuesto a hablar de ningún asunto griego que no esté relacionado con ella. Ni a reabrir el rescate. “No habrá una gran renegociación política del programa”, ha advertido el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. El mensaje enviado por la eurozona al Gobierno interino griego es claro: preparad el trabajo para que las decisiones pendientes puedan tomarse en cuanto se forme un nuevo ejecutivo. Y este proceso tiene que ser ágil. El objetivo es iniciar en octubre la primera revisión de las condiciones del rescate y acabarla ese mismo mes. No más retrasos. No más turbulencias. No más enfrentamientos. No más alternativas.