23/4/2024
Opinión

Yihad en femenino

Editorial - 06/11/2015 - Número 8
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La incorporación de jóvenes europeas sin relación con el islam a las filas de Estado Islámico (EI) constituye una prueba adicional de que el yihadismo es una opción ideológica de los individuos, no el resultado de una determinación social, cultural, religiosa o de cualquier otra naturaleza. Reconocerlo así permite identificar con mayor precisión la estrategia seguida por un movimiento que, debido a los errores cometidos al combatirlo, se encuentra hoy en condiciones de combinar acciones terroristas con operaciones militares análogas a las de los ejércitos regulares, ocupando regiones de estados en guerra o directamente fallidos en Oriente Próximo y el Sahel. Estado Islámico no exhibe sus métodos execrables para atraer militantes, sino para demostrar su fanática determinación de alcanzar la utopía de la restauración del califato.

Es esa utopía política, no la religión que invoca, la que busca justificar un medio como el crimen apelando a la supuesta grandeza de los fines que persigue. Para sus militantes las atrocidades que este perpetra o, como en el caso de las mujeres, la humillante esclavitud a la que las somete, son el camino imprescindible para alcanzar el paraíso sobre la tierra que sus ideólogos creen haber encontrado en los textos sagrados. El motivo por el que se han valido de los del islam y no de los de otras religiones no responde a razones teológicas, sino a la consolidación de situaciones políticas injustas a lo largo de medio siglo, de las que son víctimas los musulmanes y los ciudadanos que viven en países donde ese credo es mayoritario. Situaciones como la postergación de los derechos de los palestinos o como el sistemático apoyo de las potencias mundiales a las dictaduras árabes, con independencia de la expropiación de los recursos que llevan a cabo las élites encaramadas al poder o de la implacable represión de cualquier disidencia interna. A estas causas se ha sumado una tercera que no cabe sino considerar como un triunfo concedido por Europa y Estados Unidos al yihadismo: las medidas que, en nombre de la seguridad, están generalizando la sospecha sobre los musulmanes. EI unifica estas causas como expresión de un único mal que conjurará el restablecimiento del califato, y seducen con esta fantasía a jóvenes de toda condición. Incluidas europeas que sacrifican su dignidad y su libertad, y en ocasiones también su vida.