19/4/2024
Internacional

«Los blancos somos responsables del racismo por guardar silencio»

Entrevista a Carla Wallace, fundadora del movimiento Showing Up for Racial Justice

David López - 07/10/2016 - Número 54
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«Los blancos somos responsables del racismo por guardar silencio»
Carla Wallace junto a su padre en un acto contra la segregación racial en los 60.
Su abuela, de origen holandés, escondía en su casa a los perseguidos por los nazis en la Holanda de la II Guerra Mundial. De ella aprendió que “incluso si tienes miedo, enfrentarse a las injusticias y dar la cara por otros es lo que nos hace humanos”. Con su padre descubrió, en los agitados años 60, que en su país las desigualdades entre blancos y negros eran endémicas y estaban arraigadas en el sistema. Carla Wallace (Prospect, Kentucky, 1957) ha dedicado su vida a seguir los pasos de ambos, como activista primero por los derechos de los homosexuales y desde hace siete años como una de las fundadoras del movimiento Showing Up for Racial Justice (SURJ), que pretende movilizar a los blancos de clase trabajadora contra el racismo y la desigualdad y concienciarlos de que “su silencio significa consentimiento”. SURJ ha creado una red de miles de personas en EE.UU. agrupadas en más de 150 oficinas locales que colaboran también con el movimiento Black Lives Matter (BLM) en protestas como las de Charlotte por una de las últimas muertes conocidas de un hombre negro desarmado a manos de la policía.

Sigue los pasos de su padre, Henry F. Wallace, un conocido activista contra la segregación racial en los 60. ¿Cómo recuerda esos años y cómo  se pueden comparar con lo que sucede hoy?
Cuando era niña había leyes que negaban a los negros la igualdad de derechos. Las batallas eran entonces contra esa discriminación legal. Ahora la legislación ha cambiado, pero el racismo continúa impactando en todas las facetas de la vida de los negros. Y en los blancos también. El racismo del pasado, como negar a los negros créditos para comprar su primera casa y otras políticas similares, continúa hoy aumentando las diferencias económicas entre ambas razas. La economía se ha radicalizado y el sistema utiliza las razas para mantener un modelo económico que explota a casi todo el mundo, salvo a los que están en la cima.
 
¿Cuál es  el caso más grave de lo que se denomina racismo institucional?
Mucha gente cree que el racismo es una cuestión de actitudes. Es verdad que la actitud de los blancos desempeña un papel, pero el asunto más grave es la forma en la que el racismo está cimentado en cada institución: desde el sistema judicial con arrestos y sentencias desiguales hasta el sistema educativo, en el que los jóvenes negros son desproporcionadamente castigados y suspendidos, pasando por el sistema de salud, en el que las personas de color reciben menos asistencia, o los alimentos, porque la gente no tiene el mismo acceso a los más saludables.

 “Como blancos nunca seremos libres hasta que los negros lo sean. Nuestra humanidad está interconectada”

¿Cuál es la clave para entender por qué, 50 años después de abolir las leyes de segregación, existe hoy un debate similar al de entonces?
El poder utiliza la raza para mantener un sistema de desigualdad que beneficia a unos pocos. Muchos blancos, incluso los que también sufren la opresión, creen en este sistema por las mentiras que les dicen: que los inmigrantes o los negros son los responsables de su sufrimiento. La mayor parte de los blancos, sobre todo los que tienen más riqueza, aceptan la realidad no porque sean racistas, sino porque compran la idea de que la sociedad tiene algunos problemas, pero funciona. El silencio de los blancos significa consentimiento. Somos responsables por quedarnos callados.
 
¿Hay más o menos conciencia entre los blancos en la actualidad?
Las protestas y las historias de negros asesinados por la policía han despertado a muchos blancos. El trabajo que hago con SURJ busca comprometer a los blancos en esa lucha por la justicia racial. Tratamos de romper ese silencio, pero necesitamos que haya millones de blancos dispuestos a hacerlo. De acuerdo con las investigaciones sobre cómo suceden los cambios, es necesario el 3,5% de la población para lograr una transformación sustantiva en una institución o en un sistema. Eso significa siete millones de blancos activos contra las injusticias raciales.
 
Da la sensación de que en la mayoría de las protestas por esas muertes participan solo negros. ¿Cómo debe interpretarse?
Nosotros somos necesarios para esa lucha. Eso significa que debemos enfocar nuestro trabajo para mover a más gente contra esas injusticias. Pero hay momentos en los que los activistas negros necesitan un espacio que es solo negro. SURJ acepta eso como una forma de apoyar a los líderes negros que deciden qué necesitan sus comunidades. Últimamente estamos construyendo, a nuestra manera, un movimiento más poderoso y multirracial por el cambio. Por supuesto, todos trabajamos juntos, pero cada uno tiene un rol específico y un trabajo que hacer.
 
¿Qué tiene en común el activismo del siglo XXI con el de los años 60?
El movimiento de los años 60 fue sobre todo para terminar con la discriminación legal y con la segregación. Hoy El Movimiento para las Vidas Negras (The Movement for Black Lives) busca cambios inmediatos pero también una liberación a largo plazo en todos los niveles. Se inspira en los vecindarios que sufren el racismo y en los jóvenes. La atención está en la raza y el racismo porque los negros pobres y los activistas LGTB han rechazado quedarse callados ante la violencia policial. Este foco está revelando mucho más que el abuso policial: muestra las desigualdades y la intersección de raza y clase que impregnan nuestra sociedad y que menoscaban las reclamaciones de justicia para todos.

¿Y la diferencia entre los líderes de los derechos civiles del pasado y ahora?
Con frecuencia solo pensamos en Martin Luther King y olvidamos a toda aquella gente que estaba en las calles, arriesgándose con él para cambiar las cosas. El movimiento Black Lives Matter lo deja muy claro: no se trata de uno, dos o tres líderes, sino de la gente negra y de la comunidad, de que los negros marginados se conviertan en líderes.
 
¿Qué relación hay entre SURJ y BLM y cómo podría mejorar su cooperación?
SURJ suma al movimiento BLM. Tenemos comunicación con sus líderes para organizar a los blancos y para saber cómo podemos apoyar las reclamaciones de BLM. En SURJ creemos que nosotros, como blancos, nunca seremos libres hasta que los negros lo sean. Nuestra humanidad está interconectada. Todas las luchas por el medioambiente, por la igualdad de las mujeres o por la de los inmigrantes están relacionadas con ser capaces de unirnos a través de las razas y entender que solo unidos podemos construir el poder que necesitamos para transformar un sistema económico opresivo.

 “Esperábamos más de Obama, pero no importa quién sea el presidente porque es parte del sistema”

SURJ, como BLM, se centra en la idea de construir una red. ¿Qué permite ese concepto de red?
La agenda y las energías se deben poner a nivel local. Esto nos permite hacer cosas que resultarían imposibles si todo se dirigiera de forma nacional y eso es lo que se logra con esa red de pequeñas organizaciones. También coordinamos acciones para todo el país con BLM, como las protestas del pasado 21 de julio.
 
 ¿Cuál es la clave para el cambio, las nuevas generaciones o las personas en puestos de responsabilidad?
Aquellos que sufren más el impacto deben liderar el cambio. En este país son las comunidades negras y marrones, sobre todo los pobres y las clases trabajadoras, junto a las clases trabajadoras blancas. En SURJ priorizamos el liderazgo de esas clases y estamos desarrollando nuestro trabajo en esas comunidades. Además, otros blancos marginados deben ser centrales para el cambio: discapacitados, LGTB o la población rural.
 
¿Cree que la Administración Obama ha hecho un esfuerzo real para atajar esta situación?
Esperábamos más, por supuesto, pero también sabemos que no importa quién sea el presidente porque es parte del sistema de opresión que mantiene. No puedes esperar que aquellos que ganan más con un sistema lo cambien.
 
¿Qué espera de las elecciones?
Estamos en un momento muy peligroso. El republicano Donald Trump suscita odio y una división mayor con los musulmanes, los negros y los inmigrantes. Pero eso sucede también porque ha encontrado tierra fértil gracias a las políticas neoliberales de gente como los Clinton, que desregularon y aceptaron los acuerdos de comercio y financieros que empeoran el empleo y dañan a las familias obreras. Trabajamos duro para contrarrestar a Trump y la reacción de las fuerzas de la supremacía blanca que sucederá tras las elecciones, independientemente de quién gane.
 

#BLM, el nuevo activismo

David López
Todo surgió con un hashtag en las redes sociales: Black Lives Matter (las vidas negras importan). Era el verano de 2013 y un jurado absolvía a George Zimmerman por haber matado en febrero de 2012 a Trayvon Martin, un adolescente negro desarmado, en una urbanización de Florida. Tres activistas nacidas en los 80, Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi, lanzaron aquel eslogan con el que empezó a fraguarse este movimiento contra las injusticias sociales que hoy cuenta con delegaciones en 40 ciudades de EE.UU. y en Toronto y con miles de simpatizantes. Influenciado por la lucha de los derechos civiles de los 60, por el feminismo de los 80, el activismo LGTB de los 2000 e inspirado también por Occupy Wall Street y su uso de las redes sociales, Black Lives Matter ha logrado convertirse, como lo define The New York Times, en “el primer movimiento por los derechos civiles del siglo XXI”. En solo tres años ha vivido un ascenso fulgurante, llamando a la acción pacífica en las calles, canalizado sobre todo a través de internet y las redes sociales, pero también secundado y amplificado desde los medios tradicionales. De hecho, ha sido el eco que han provocado sus acciones en medios como Politico, The Guardian o The Washington Post lo que ha permitido a BLM llegar a influenciar el debate político en Estados Unidos y obligar a los candidatos de las primarias republicanas y demócratas a pronunciarse sobre algunos de los temas que reclaman en su agenda.