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Opinión

20-D + 26-J: lecciones y circunstancias

Editorial - 08/07/2016 - Número 41
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Tras el escrutinio de las urnas la noche del 26-J, una de las preguntas más recurrentes es la de qué le pasó a Unidos Podemos para perder más de un millón de votos e incumplir el sorpasso sin ser hegemónico en la izquierda ni desbancar al PSOE de esa primogenitura. Los podemitas se lo están haciendo mirar por expertos outsourcing que enumeran los errores de una campaña demasiado sonriente, la antipatía que genera su líder, el cambiante mensaje ideológico, la coalición con Izquierda Unida o el empacho de esa macedonia de encuestas a favor.

La primera fila del partido está tratando de contener el enfado de bases y cuadros para hacerse a la idea de las tareas propias de la oposición que les van a corresponder esta legislatura, una vez agotado su arsenal  de técnicas comunicativas y el margen de sorpresa de sus giros ideológicos. Empieza otra etapa de trabajo parlamentario en la que tendrán que ganarse la atención de los medios y adaptarse a una nueva cotidianidad una vez evaporadas sus esperanzas de asaltar los cielos del poder al primer o segundo intento.

Conforme han reconocido sus líderes, Unidos Podemos  abandona la guerrilla propia de partisanos para adoptar la forma de un ejército regular. Está por ver, como admiten, que sepan llevar a cabo esa transformación sin perder el atractivo que han suscitado entre los votantes desencantados con las formas dominantes en la política cuando ellos amanecieron.

Adviértase a los liquidacionistas apresurados que tampoco el espacio ocupado por Podemos se va a esfumar de un día para otro. Sea como partido de izquierda radical, sea como formación populista ambiciosa de transversalidad, el encono con la situación precedente va a permanecer y seguirá brindando oportunidades a Podemos. Ciudadanos, el otro partido que conformaba la alternativa “como nuevo en esta plaza”, ha quedado en cuarta posición pero queda lejos de haber sido condenado a la irrelevancia. Habrá que evaluar la capacidad de las fuerzas en presencia para aprender las lecciones del 20-D y del 26-J y detectar el cambio de las circunstancias en el ámbito de la economía, del empleo y de la corrupción, así como la deriva hacia el acuerdo o la bronca en las filas del PSOE antes de pronosticar la irrelevancia de los que han irrumpido. Pese a la confusión ideológica y las pugnas internas, a Podemos le queda recorrido en las instituciones. Veremos si su participación en ejecutivos municipales y autonómicos y en la vida parlamentaria nacional le sirve de entrenamiento para modular conflictos. Los cambios de humor, de posicionamiento político y de estrategias de Podemos durante estos dos años de inacabable campaña electoral podrían inducir la idea de que seguirá siendo un elemento sin fiabilidad e impredecible, pero habrá de asumir sin dilación el respeto a las reglas de juego institucionales.