11/10/2024
Economía

EE.UU. ensaya un tímido avance laboral

La recuperación económica no llega a todos y los trabajadores demandan derechos basados en el modelo europeo

Julia Cerezo - 13/11/2015 - Número 9
  • A
  • a
EE.UU. ensaya un tímido avance laboral
Trabajadores del sector de comida rápida frente a un McDonald’s en la campaña “Fight for $15”. S. HONDA / AFP / Getty
Shonette Richardson hace muchos números en su cabeza. Tiene 41 años y tres hijos adolescentes, enviudó hace una década, trabaja en un McDonald’s en Brooklyn y gana 8,75 dólares (8,18 euros) la hora, el mínimo en el estado de Nueva York. “Salgo adelante con ayudas para la vivienda y cupones de comida”, explica esta mujer que ha participado en las manifestaciones para pedir el aumento del salario mínimo hasta los 15 dólares la hora, conseguido recientemente.

Eso es lo que ganarán los trabajadores del sector de comida rápida en 2018 en el estado de Nueva York, y en las cuentas de Richardson el resultado es dulce y amargo. “Voy a ganar 20 dólares más al día y eso me alegra. Pero en 1998 ganaba nueve dólares la hora en otra empresa. Más que ahora.” Entonces el abono mensual del metro en la ciudad costaba 63 dólares, hoy cuesta 116,5. “Está bien, pero tenía que haber pasado hace tiempo”, lamenta.

Las cosas están cambiando en EE.UU. en materia de derechos laborales. La campaña de los 15 dólares la hora (“Fight for $15”) que se inició en las calles de Nueva York hace casi tres años creció hasta convertirse en un movimiento laboral que ha logrado cambios en legislaciones municipales y estatales para elevar los salarios mínimos. El Congreso en Washington lo subió por última vez en 2009 hasta los 7,25 dólares y hace años que no surge una iniciativa federal para mejorarlo.  

La causa del salario mínimo no es la única que avanza. De nuevo a nivel local, se están aprobando bajas por enfermedad, se empieza a hablar a favor del permiso de maternidad pagado —algo que antes ni se nombraba a nivel legislativo— y hasta de vacaciones pagadas, muy escasas en esta zona del mundo. Adicionalmente, Barack Obama ha tomado acciones ejecutivas para elevar el salario de trabajadores con contratos federales y garantizar que más categorías laborales puedan cobrar salarios mínimos.

A nivel regulatorio, el Consejo Nacional de Relaciones Laborales ha modificado una ley de los años 80 para permitir que franquicias como McDonald’s puedan ser consideradas coempleadoras del personal de sus franquiciados, ampliando los derechos de los trabajadores. El hecho de que estos pasos supongan mejoras sustanciales refleja la distancia entre EE.UU. y Europa en cuestión de derechos laborales. 

De hecho, la primera economía del mundo es el único país desarrollado que no contempla por ley federal la baja pagada por maternidad. Las mujeres pueden coger 12 semanas de permiso tras dar a luz, pero sin sueldo. Como EE.UU., solo Lesoto, Papúa Nueva Guinea y Suazilandia (con una población conjunta de 12 millones de habitantes) no contemplan la baja maternal retribuida. Tres estados, entre ellos California, tienen una baja maternal similar a la europea, y muchas grandes empresas la ofrecen a sus trabajadoras (con periodos y retribuciones desiguales) porque las prestaciones sociales forman parte de la estrategia para captar talento.

Diferencias con Europa

¿Pero por qué los derechos laborales son tan diferentes en EE.UU.? Ken Jacobs, presidente del Labor Center de la Universidad de Berkeley, explica que a diferencia de Europa, donde se codificaron las protecciones laborales, al otro lado del Atlántico eran los sindicatos los que negociaban los derechos de los trabajadores en los convenios colectivos, “que incluían vacaciones, pensiones o bajas por enfermedad”.

Raymond Hogler, profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Colorado y autor de El fin de los sindicatos americanos, explica que los estándares laborales se fijaban en la negociación colectiva incluso para los trabajadores no sindicalizados. Este profesor recuerda que a principios del siglo pasado los sindicatos se opusieron al sistema de sanidad público universal en el país porque el seguro médico era parte de las prestaciones en juego en los contratos colectivos, y su negociación mantenía la relevancia de estas organizaciones. “En EE.UU. nunca hubo un partido laborista fuerte porque fueron los sindicatos los que cubrieron ese hueco”, apunta este académico.

“La desigualdad y Occupy Wall Street han abierto la conversación sobre los derechos laborales”

Según Brendan Duke, analista político del Center for American Progress, un think tank progresista de Washington, “aunque el contrato social americano no es perfecto, durante mucho tiempo funcionó”. El problema es que en 1954 el 35% de los trabajadores eran miembros de un sindicato, pero hoy solo lo es el 11%. La afiliación empezó a descender en los años 80, cuando las mujeres se unieron al mercado laboral de forma masiva. “La globalización, la emergencia de sectores distintos al de la industria, la erosión de las leyes que favorecían el sindicalismo y una serie de decisiones judiciales y ejecutivas empezaron a debilitar a los sindicatos y a la negociación colectiva”, explica Jacobs. 

Hogler y otros académicos coinciden en señalar que el deterioro del poder sindical ha permitido el aumento de las desigualdades sociales, que se están revelando con toda crudeza en el país tras casi 30 años de estancamientos salariales y una gran recesión. “La desigual recuperación, la falta de subida salarial y el movimiento Occupy Wall Street han abierto la conversación sobre los derechos laborales”, diagnostica Dorian Warren, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Columbia y miembro del Roosevelt Institute

Lo que ya no se consigue a través de los convenios se está canalizando a través de las organizaciones de trabajadores, en un proceso que cuenta con el apoyo y la receptividad de las personas con bajos recursos que, por su formación, en el pasado podían haber aspirado a ser parte de la clase media.

Por eso los políticos demócratas han vencido la resistencia a hablar de cuestiones laborales y sociales, y los candidatos a las primarias Hillary Clinton y Bernie Sanders defienden bajas por maternidad y por   enfermedad, entre otros derechos. Jim Webb, un candidato muy a la derecha de los anteriores, no ha encontrado su sitio en un discurso que desde muchos puntos de vista es más progresista que en el pasado y se ha retirado recientemente de las primarias demócratas. 

“Los avances pueden llegar a California o Nueva York, pero en el sur pobre no hay impulso progresista”

Muchos políticos a nivel local y estatal han respondido a esta presión de los trabajadores que no ha estado canalizada por los debilitados sindicatos, sino por organizaciones alternativas al establishment laboral. “En los 80 había cinco organizaciones de este tipo, con gente que no estaba tradicionalmente representada por los sindicatos, como los trabajadores de bajos recursos y los inmigrantes. Ahora hay 300 y siguen creciendo”, explica Warren. 

Estas organizaciones están empezando ahora a ganar poder en la esfera federal, pero ya tienen fuerza a nivel local y estatal, lo que está permitiendo avances regionales. “Sin duda vivimos un momento de impulso para la agenda de los trabajadores”, sentencia Duke. Por el contrario, Hogler no es muy optimista con esta tendencia porque cree que lo necesario es una acción federal, ahora imposible de conseguir por la disfuncionalidad del Congreso y la constante oposición republicana. A falta de ella, lo que se está haciendo “es poner parches y eso es algo que puede beneficiar a los residentes en California, Nueva York o Nueva Jersey, pero que difícilmente llegará a los estados pobres del sur, donde no hay impulso progresista”.

Pero la historia abre la puerta al optimismo. A principios del siglo XX se fue prohibiendo el trabajo infantil a nivel estatal, y varias décadas más tarde se logró por fin a nivel federal. 
Warren confía en que ese sea el camino, máxime con el impulso político actual, y en que se llegue a una fuerte regulación federal que garantice a las hijas de Shonette Richardson, que ahora van al instituto, que la maternidad no les hará elegir entre el salario o cuidar de sus bebés en sus primeras semanas de vida.