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En Palabras

El ‘milagro turístico’ de la tercera potencia mundial

AHORA / Noelia Sastre - 12/08/2016 - Número 46
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Se impone la necesidad de que nuestra patria preste la debida atención a los tesoros de arte que heredó de la antigüedad, dándoles el adecuado marco dentro de las exigencias de la vida moderna”, pedía el marqués de la Vega-Inclán en 1911, cuando se creó la Comisaría Regia de Turismo que él mismo dirigió hasta 1928. Personaje clave que sentó las bases del turismo español del siglo XX, el marqués era amigo de Alfonso XIII, rey que inauguró el siglo y el primero que intentó potenciar el turismo y la hostelería de calidad —más allá de los balnearios de finales del XIX— para acercar España a los países más avanzados.

Antes, en 1905, se había creado la Comisión Nacional de Turismo, pero el escaso presupuesto, la incultura empresarial y gubernamental y la falta de inversión privada dieron al traste con unas cuantas iniciativas de las que solo sobrevivió el desarrollo urbanístico alrededor de San Sebastián y los primeros y tímidos intentos de vender los atractivos españoles: “topografía y clima, monumentos artísticos y riqueza de recuerdos históricos”. Tras aquellos comienzos infructuosos, la llegada de Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer —militar, pintor, viajero, mecenas— a la promoción turística y cultural puso a España en el mapa.

Creador del Museo del Greco en Toledo (1911), de la Casa de Cervantes en Valladolid (1915) y del Museo Romántico en Madrid (1924), jugó un papel importante en la fundación del Museo Sorolla, en el Patronato de la Alhambra o en las restauraciones de la sinagoga del Tránsito en Toledo y el Patio del Yeso en el Alcázar de Sevilla. El marqués también impulsó la construcción del hotel Alfonso XIII en la capital andaluza y la red de paradores nacionales. Aquel fue un concepto muy moderno para la época. El objetivo era crear una estructura hotelera, entonces inexistente, “para dar hospedaje a los excursionistas y viajeros y mejorar la imagen internacional de España”. El primer parador se inauguró en 1928 en un emplazamiento elegido por el monarca: la sierra de Gredos, entre Madrid y Ávila.

España consolidó el modelo “más turistas, más divisas” sin considerar los efectos negativos

Con la dictadura llegaron la autarquía, la escasez, el corte drástico de la modernización y la insólita experiencia del turismo de guerra. A partir de los 50, levantadas las sanciones impuestas al régimen de Franco y tras firmar los acuerdos con EE.UU., España se abrió al exterior. Nacieron entonces la temporada de verano, los primeros viajes en coche, el disfrute de la naturaleza. El franquismo se adueñó del turismo, lo vendió como instrumento de progreso y desarrollo. Eran los años del desarrollismo, las suecas en bikini, las divisas extranjeras, el despertar (y destrucción) de las costas levantina y andaluza. Sol y playa, promoción y ordenación del sector. El milagro turístico español consolidó el modelo “más turistas, más divisas” sin considerar los efectos negativos, que continuaron con la democracia.

Sí, en los últimos 30 años entramos en la UE, vivimos bonanza, depresión, burbuja y la peor de las crisis, nació Turespaña, el AVE, la Expo de Sevilla y los Juegos de Barcelona, cambiamos los mostradores de las agencias de viajes por internet y los hoteles por los apartamentos de Airbnb… Seguimos recibiendo turistas y batiendo récords. Pero se nos fue de las manos. Y ahora hay lugares como Magaluf o Las Ramblas cuyos ayuntamientos no saben por dónde empezar para controlar tanto desfase. Y así, en un siglo, hemos pasado del turismo minoritario al de masas, de la pobreza a la consolidación como potencia turística: la tercera del mundo, nada menos —con 68,2 millones de extranjeros en 2015 (la mayor cifra de la historia y tercer récord consecutivo)—, solo por detrás de Francia (84,5 millones) y EE.UU. (77,5 millones).

La inestabilidad de Turquía, Egipto y Túnez ha disparado la llegada de visitantes: se esperan 74 millones

El sector impulsa la recuperación económica, representa un 11,7% del PIB, aportó 124.000 millones de euros en 2015 y creó uno de cada siete empleos. Además, la inestabilidad de Turquía, Egipto y Túnez ha disparado la llegada de visitantes a España en 2016: la patronal Exceltur cree que recibiremos 3,7 millones de turistas prestados de esos países —sobre todo británicos, alemanes y rusos—, superando los 74 millones. Nuevo récord, nuevos desafíos.