El viaje, el territorio y la memoria
Juan Valbuena (Madrid, 1973) es un fotógrafo clásico y sencillo, ajeno a los debates estéticos. Viajes, álbumes y documentación son la base de su trabajo, que usa el tiempo como filtro
Juan Valbuena nació en Madrid, pero se crio en Fuente de Pedro Naharro, un pueblo de Cuenca. Pertenece a una familia de agricultores, pastores y panaderos. Ese era el oficio de su padre, panadero, hasta que se trasladaron a Madrid. Allí, su madre, que había estudiado magisterio, fue la encargada de trabajar fuera de casa. Un tío le trajo a su padre una cámara de Alemania y este montó un laboratorio en casa. La fotografía formaba parte de la rutina familiar y Juan continuó con el hábito durante el instituto y la universidad.
Era buen estudiante, terminó Física Teórica. Todo apuntaba a que desarrollaría su carrera en la universidad, pero un viaje a la India al terminar la licenciatura le hizo desterrar esta idea. Opositó para ser profesor de instituto, algo que ayuda a entender su vocación educativa. Mantenía su afición a la fotografía, aunque hasta entonces no había conseguido más que fotos no articuladas, pero con un “poco de intención”. Al terminar el máster de fotografía en EFTI se planteó por primera vez realizar un proyecto. Y así puso en marcha su primer gran trabajo: Noray, al que dedicó 10 años y en el que recorre el Mediterráneo. Se materializó en un libro, para el que fundó su propia editorial, Phree, en el que reúne fotos propias, fragmentos de un diario de viaje y fotos antiguas.
Recorrer el Mediterráneo
Tánger y Cádiz fueron su primer destino porque son ciudades que tienen su reflejo en la otra orilla. “Quería saber qué pasa en esta holgura del territorio que separa el Mediterráneo. Por qué tenemos más en común en el sur de Europa con el norte de África y los motivos históricos. Pero también explorar las historias de marineros, las mentiras en los bares de los puertos y todas estas cosas cruzadas entre identidades extrañas.”
Noray es un libro de viajes al estilo clásico, pero con mapas, anotaciones, impresiones, postales...
Presentando el resultado de la beca Fotopres de La Caixa en Barcelona, tuvo un encuentro decisivo en su vida: conoció a Antoine D’Agata. Valbuena optó por la fotografía y abandonó su vida de profesor de instituto. Su estancia en Marsella —gracias a una beca de residencia—, además, hizo que entrara en contacto con el Atelier de Visu, con la escena fotográfica francesa, con Bernard Plossu y con una fotografía que ha sido muy importante para él. Mientras, Noray seguía creciendo. Visitó más ciudades y llegó a un acuerdo con el Instituto Cervantes para exponer las fotos que iba haciendo en cada ciudad mientras continuaba completando su proyecto. Visitó Nápoles, Barcelona, Orán o Beirut. En 2009 mandó la postal con la que cerraba el proyecto.
Noray es un impresionante libro de viajes al estilo clásico, pero incluye fotos, mapas, anotaciones, impresiones, vivencias, recortes, postales... Todo sirve para contar un viaje, para mantener un recuerdo, para mostrar esa “ancha frontera que coincide con el Mediterráneo”. Es una mirada social, política y, como en cualquier álbum de viajes, un momento para situarse a uno mismo entre todas esas coordenadas. Mezcla exotismo con nostalgia, aventura con el intento de guardar lugares que ya nunca serán lo mismo aunque regrese a ellos.
El colectivo NOPHOTO
Hay otro acontecimiento sin el que no se entendería la evolución de Valbuena: el nacimiento de NOPHOTO. El germen fueron unos encuentros llamados PROYECTA en los que se reunían muchos fotógrafos. Algunos ya tenían una carrera, pero querían dotarse de una estructura superior que les ayudara a ser más fuertes. Copiaron el modelo de Tendance Floue, un pequeño colectivo-agencia francés en el que los dueños son los propios fotógrafos. Así dieron vida a NOPHOTO en el año 2005. “Pensábamos que hacíamos un modelo clásico de agencia para trabajar para medios. Pronto descubrimos que en realidad nos hacían encargos porque éramos un grupo previamente organizado, que era lo que necesitaban los clientes. Por eso cubríamos todo tipo de eventos, especialmente culturales, que necesitaban muchos fotógrafos. Eso sí, teníamos una gran libertad creativa y estamos muy contentos de algunos de los trabajos que hicimos.”
En NOPHOTO los fotógrafos son muy diferentes entre sí, lo que ha enriquecido el lenguaje de todos ellos. En aquella época realizaron el proyecto Muta Matadero, en el que todos aportaban su obra sobre un territorio común, cada uno con su estilo. “En aquella exposición todos compartíamos el poder, podíamos opinar cada uno del trabajo de los demás.” Rizaron el rizo con Somos un equipo ciclista, en el que la autoría está compartida. Las decisiones consensuadas en el estudio de Madrid las materializaba un equipo ciclista en la ciudad de Wuhan, China. En ese proyecto la marca personal de los participantes se disolvía para dejar paso a la autoría colectiva en la que ya no importa quién aprieta el botón. Entendieron que tenían que controlar todos los procesos y eso los llevó a aprender edición, comisariado, etc.
La formación es otro elemento básico para entender la figura de Valbuena, no solo como alumno, sino como profesor. “Siempre me llamó la atención que los fotógrafos de la generación anterior dijeran que eran autodidactas. A mí nunca me pareció algo de lo que hubiera que presumir. Intento hacer cada año un taller con un fotógrafo que me interese, porque creo que lo más lógico es seguir formándome.” Valbuena cree que uno de los motivos de que se hable de una nueva generación de fotógrafos se debe a que “la gente se ha formado, ha viajado, se ha mezclado y eso hace que aquí estemos a la altura de cualquier otro territorio.”
El filtro del tiempo
¿Pero cuál es la seña de identidad de Valbuena? “Hay una cosa que tengo: colecciono. Anoto todo, fotografío todo lo que me interesa y guardo. Y luego el tiempo hace un filtrado. Y se queda aquello que me interesa, que es el viaje, el territorio y la memoria.” Es de tiempos lentos, prolongando mucho los proyectos hasta que siente que están terminados. Acumula mucho material, lo deja reposar y lo organiza, pero siempre con un plan prefijado.
En 2006 comenzó un proyecto en el que explora la relación de su familia con su lugar de origen
“Hubo un momento, tras Noray, en el que pensé que ya no iba a hacer más fotos, que sería editor o gestionaría proyectos. Pero la evolución del papel del fotógrafo me ha permitido conciliar las dos partes, y a veces disparo y otras veces no, y eso se ha convertido en parte de mi lenguaje. En ocasiones, las mejores imágenes para comunicar un tema no las haces tú, y eso en Salitre está clarísimo.” Este proyecto cuenta la historia de un piso patera en el que los 12 protagonistas de la historia aportan la mayoría de las imágenes.
Se trata de una nueva forma de documentar, mediante la voz coral, pero utilizando el clasicismo de la imagen tradicional. La caja, que incluye 12 libros —uno por cada uno de los habitantes de la casa patera— y el que contextualiza el proyecto, a cargo de Valbuena, es un magnífico documento que encierra la vida de sus protagonistas y cuya revisión es como desenterrar una cápsula del tiempo que refleja la situación social de este país cuando comenzaban a estallar todas las burbujas que nos habíamos creado.
Salitre fue editado por Phree, la editorial que fundó para la publicación de Noray. Phree tiene las mismas preocupaciones que su creador: libros de viajes, álbumes y la fotografía documental. Dúo es otra apuesta del Valbuena editor por un periodismo diferente, de forma y de fondo. “Siempre he sido un loco de los periódicos, desde niño era el encargado de comprarlo y ¡lo leía! Siempre he querido hacer un periódico.” Se dio cuenta de que los reportajes fotográficos y los textos estaban siendo maltratados y decidió crear un soporte que permitiera hacer proyectos con tranquilidad, publicando temas cuando están terminados, una manera de dar difusión a proyectos y de generar documentos.
Memoria familiar
Valbuena no ha colgado la cámara y sigue haciendo trabajos personales. En 2006 comenzó un proyecto en el que explora la relación de su familia con su lugar de origen. “Mis padres son del mismo pueblo de Castilla. Todos venimos de allí, pero ya toda la familia emigró. Buscando aquellos vínculos, comencé a fotografiar a la familia, el lugar… pero también busqué imágenes anteriores al año en el que comienza el proyecto. Y comencé a buscar historias.” Ha descubierto secretos familiares o los sufrimientos en la Guerra Civil de una familia de izquierdas, con viejas heridas que ahora reaparecen. Esas nuevas imágenes que Valbuena ha ido generando se han incorporado al álbum familiar. Ahí están también las fotos de su padre, las que hizo en los 80 y 90 gracias a la cámara que su tío le envió desde Alemania.
De este proyecto puede salir su próximo libro, el que cierre el triángulo de los viajes y la documentación con el álbum familiar y la memoria, como el fotógrafo claro y clásico que es.