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Libros

Tejer la memoria. Una aproximación a Louise Bourgeois

Nana de tela recoge una parte de la biografía de la artista, la que explica la importancia de la figura materna  y la presencia de las arañas en su obra

AHORA / Zita Arenillas - 14/10/2016 - Número 55
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Tejer la memoria. Una aproximación a Louise Bourgeois
Isabelle Arsenault / editorial impedimenta
Mide más de nueve metros. Tiene ocho patas. En su vientre lleva 10 huevos de mármol. Es una araña gigante: la escultura de Louise Bourgeois  (París, 1911 - Nueva York, 2010) titulada Maman, el apelativo cariñoso que se usa en francés para referirse a la madre.  Le fue encargada por la Tate Modern de Londres con motivo de su inauguración en el año 2000.

Los arácnidos empezaron a aparecer en la obra de Bourgeois en los años 40, pero fue a partir de la década de los 90 cuando se convirtió en un motivo recurrente. ¿Por qué la omnipresencia de este artrópodo? “La araña es una oda a mi madre. Ella era mi mejor amiga. Como una araña, mi madre era una tejedora. Mi familia tenía un negocio de restauración de tapices y mi madre estaba a cargo del taller. Como las arañas, mi madre era muy lista. Las arañas son presencias amistosas que se comen los mosquitos. Sabemos que los mosquitos propagan enfermedades y son por ello indeseables. De esta forma, las arañas son útiles y protectoras, como mi madre”, dijo la artista, que recibió el apodo de Spiderwoman.

De esa relación entre la vida personal de la creadora y su arte da cuenta el álbum ilustrado Nana de tela. La vida tejida de Louise Bourgeois. Recoge parte de la biografía de la artista, la necesaria para comprender la importancia de la figura de la madre.

Cuando murió su madre, la artista dejó sus estudios de Matemáticas en la Sorbona para dedicarse al arte

El delicado y emotivo texto es de Amy Novesky, editora y autora de otros libros para niños sobre personalidades de la cultura: las pintoras Georgia O'Keeffe y Frida Kahlo, la fotógrafa Imogen Cunningham o la cantante de jazz Billie Holiday.

Las ilustraciones son de la canadiense Isabelle Arsenault, cuyos libros, aparte de contar con numerosos premios, en 2012 y en 2013 estuvieron en la lista del New York Times de los 10 mejores libros ilustrados del año. En los bellísimos dibujos de Nana de tela predominan el rojo y el azul y, como se indica en los créditos, para su realización la ilustradora usó tinta, lápiz, pastel, acuarela y Photoshop. El trazo acuoso de la acuarela tiene su correlato en la historia del libro: el negocio de tapices de la familia Bourgeois requería vivir cerca de un río. Sus aguas “le aportaban a la lana los taninos que necesitaba, la limpiaban, la fortalecían y hacían que se fijara el color”, y su murmullo ayudaba a Bourgeois niña a dormir.

Con solo 12 años, la futura artista empezó a ayudar en el negocio, encargándose de la parte inferior de los tapices: “Así que Louise se especializó en el dibujo de pies. Dibujar era como añadir un nuevo hilo en la tela de araña”. Su madre le enseñó a tejer, a teñir telas, a usar las diferentes herramientas, a cómo saber que la lana era buena a partir de su olor. Como una araña, la madre reparaba los desgarros y las roturas de las telas. Pero también los de su hija. Cuando su madre murió en 1932 (Louise tenía 21 años) “se sintió abandonada. Sola. Un hilo se había roto”. Y dejó sus estudios de Matemáticas en la Sorbona para dedicarse al arte.

Louise Bourgeois fue una prolífica artista. Empezó haciendo esculturas totémicas en madera y bronce. Más adelante sus creaciones se hicieron más orgánicas, para las que usaba materiales como el látex y el yeso. Hasta el pasado 4 de septiembre se pudo visitar en el Guggenheim de Bilbao la muestra Estructuras de la existencia: las Celdas —a partir del 13 de octubre podrá visitarse en el Museo Louisiana de Arte Moderno, en Dinamarca—. Como explican en la web del museo, “las Celdas presentan microcosmos individuales: cada celda constituye un recinto que separa el mundo interno del exterior”.

Trabajar con telas era un modo de seguir sintiendo cerca a su madre, “tejer era su manera de sanar”

La obra de Bourgeois también incluye numerosos trabajos gráficos. Y, por supuesto, tejía y trabajaba con telas. Al final de Nana de tela, ya fuera del texto literario, la autora incluye una nota biográfica sobre la artista : con 32 años Bourgeois expuso su primer tapiz, y en 1980 se compró un estudio en Brooklyn que era una antigua fábrica textil.

Trabajar con telas era la manera de seguir sintiendo cerca a su madre. “Louise reunió todos los tejidos de su vida. [...] Y después dedicó su vida a recomponerlo todo de nuevo. [...] Tejer era su manera de sanar.”

Nana de tela
Nana de tela
Texto de Amy Novesky e ilustraciones de Isabelle Arsenault
Traducción de Pilar Adón Impedimenta, Madrid, 2016,
40 págs.