19/4/2024
Europa

Cameron se la juega en Europa

El referéndum sobre la permanencia en la UE determinará el futuro del primer ministro británico

Judith Sanders - 12/02/2016 - Número 21
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Cameron se la juega en Europa
David Cameron tras una cumbre de la UE en Bruselas el pasado diciembre. EMMANUEL DUNAND / AFP / Getty
El primer ministro británico, el conservador David Cameron, se juega su reputación y legado político así como el futuro de Reino Unido en el próximo referéndum de pertenencia a la Unión Europea (UE) que, si todo va como pretende, se celebrará este mismo año. En vísperas de la cumbre del Consejo Europeo de los días 18 y 19 de febrero, Cameron protagoniza negociaciones maratonianas con sus homólogos en el continente para asegurar apoyos al borrador presentado por Bruselas para satisfacer las demandas de reforma británicas.

El documento elaborado por el presidente del Consejo, Donald Tusk,  aborda los cuatro pilares exigidos por Londres, que desea limitar la integración europea para los países de fuera del euro, aumentar la competitividad del mercado único, reforzar la soberanía nacional y restringir los derechos de la inmigración comunitaria. Si el líder tory logra un acuerdo sobre estos puntos en la inminente reunión en Bruselas, podría convocar el prometido plebiscito el 23 de junio. Esa es la primera fecha posible tras la preceptiva campaña política, mucho antes del plazo máximo establecido de finales de 2017.

El borrador de Tusk ha sido recibido con cauteloso recelo tanto dentro como fuera de Reino Unido. En la UE, Cameron debe convencer a sus socios, en especial a los de Europa del Este, para que acepten el mecanismo planteado del “freno de emergencia”, por el que los estados podrían restringir  durante cuatro años el acceso de los extranjeros comunitarios a ciertos subsidios si pueden probar que existe una presión inasumible sobre su sistema de seguridad social. Este asunto es particularmente espinoso para Polonia que, con un millón de residentes en Reino Unido, quiere garantizar un trato equitativo a sus ciudadanos. En este último país, como ya se preveía, el primer ministro no ha logrado persuadir a los euroescépticos —la mayoría en su propio partido y en el eurófobo UKIP—, que han desdeñado una propuesta que califican de farsa y vacía de contenido.

El apoyo al Brexit llega al 45%, frente al 36% que prefiere la permanencia en la UE y un 20% de indecisos

El cofundador de la campaña prosalida Leave.EU, el empresario inmobiliario Richard Tice, ha acusado a Cameron de “intentar engañar a los británicos pretendiendo que se plantea un cambio sustancial, cuando lo único que se hace es reafirmar el statu quo”. En las filas conservadoras, el alcalde de Londres, Boris Johnson —posible sucesor de Cameron en el liderazgo tory—, ha expresado sus “dudas” sobre un  borrador que de entrada ve “insuficiente”. El influyente diputado David Davis ha advertido por su parte de que la propuesta de bloquear las prestaciones sociales no solo no detendrá la inmigración, sino que provocará  “una oleada de nuevas llegadas de europeos en los próximos 12 meses que buscarán establecerse en Reino Unido antes de que entren en vigor las medidas”. También se ha criticado, por considerarse de difícil aplicación, la idea de una “tarjeta roja” (u opinión desfavorable) que podrían esgrimir los parlamentos nacionales conjuntamente para frenar la tramitación de proyectos legislativos comunitarios que no respeten el principio de subsidiariedad.

La prensa británica, en contra

El incipiente acuerdo negociado con Bruselas ha sido despreciado también por la mayoritaria y popular prensa conservadora del país, que respondió al borrador con titulares de mofa. “¿A quién cree usted que está engañando?”, se preguntó en portada The Sun, que tildó el documento de “maloliente montón de estiércol”. The Daily Express lo calificó de “chiste”; The Daily Mail, de “delirio”. El magnate estadounidense Rupert Murdoch, propietario de varios medios británicos como The Times, dijo en Twitter que “el acuerdo de Cameron con la UE equivale a nada”, y recomendó a sus ministros que lo rechacen.

El apoyo de sus colegas de gabinete será clave para Cameron en la campaña previa al referéndum, en el que los votantes deberán responder a la siguiente pregunta sugerida por la Comisión Electoral: “¿Debería Reino Unido permanecer como miembro de la UE o abandonarla?”. Según The Daily Telegraph, cabecera de referencia de los tories, hay 12 miembros del gabinete de Cameron partidarios de la permanencia —incluido el de Economía, George Osborne, otro aspirante al liderazgo conservador— y cinco en contra ­—como los titulares de Trabajo y Pensiones, Iain Duncan Smith, o Cultura, John Whittingdale—. Otros siete estarían indecisos y debatiéndose entre sus principios y la lealtad al líder, entre ellos los ministros del Interior, Theresa May, y Justicia, Michael Gove. De acuerdo con una encuesta interna del Partido Conservador, un 70% de los militantes está dispuesto a votar a favor de una salida de la UE, lo que subraya el riesgo que plantea el referéndum para el futuro de la formación.

Cameron, que aboga por la permanencia en una UE reformada, cuenta en cambio con el apoyo de los nacionalistas escoceses y galeses, del Partido Liberal Demócrata y del Partido Laborista, cuyo líder, el socialdemócrata Jeremy Corbyn, ha adelantado que aprovechará la campaña para defender una Europa más social. También le respaldan la patronal Confederación de la Industria Británica (CBI, en inglés), con mucha visibilidad mediática, y la mayoría de los sindicatos, a condición de que no se socaven los derechos de los trabajadores.

Los laboristas se preparan para unas posibles elecciones anticipadas si Cameron pierde el referéndum

En cuanto a la opinión pública, una encuesta de YouGov realizada tras la presentación del borrador de Tusk y su negativa acogida en la prensa indicó un aumento del apoyo al Brexit de hasta el 45%, tres puntos más que en un sondeo anterior, frente al 36% de partidarios de la permanencia y casi un 20% de indecisos. Presionado por el ala euroescéptica de su partido y ante el auge del UKIP, Cameron se comprometió en 2013 a celebrar un referéndum de pertenencia a la UE antes de finales de 2017, previa negociación de un nuevo encaje para Reino Unido.

Según fuentes gubernamentales, ahora tiene interés en adelantar esa fecha, entre otras cosas porque de celebrarse la consulta el año próximo coincidiría con elecciones en Alemania y Francia, lo que podría incidir en el resultado. Además, actualmente las organizaciones favorables a una salida de la UE, o Brexit, están sumidas en el caos y las divisiones, tanto entre ellas como internamente. Vote Leave, que agrupa a diputados de todos los partidos, y Leave.EU, encabezada por el millonario Arron Banks, donante del UKIP, difieren en estilo y estrategia. La primera prefiere una campaña optimista y esperanzadora y la segunda aboga por explotar el mensaje antiinmigración.

Dentro de Vote Leave, los parlamentarios laboristas, que defienden una salida de la UE en términos progresistas, se quejan del excesivo dominio de los derechistas del Partido Conservador y el UKIP. Ambos movimientos pugnan por recibir de la Comisión Electoral estatus de campaña oficial, lo que les daría acceso a una subvención pública y un mayor umbral de gasto en propaganda.

Indignación de los escoceses

El resultado del referéndum determinará el futuro político de Cameron, cuya dimisión se prevé que pidan los euroescépticos si los británicos votan a favor de abandonar la UE. El primer ministro dijo en enero que “pase lo que pase” continuará en el cargo, pero dado que también ha anticipado que no optará a otro mandato en 2020, existe la posibilidad de que acabe cediendo las riendas a un sucesor.

Varios diputados laboristas han aconsejado a su líder que prepare a la formación para unas posibles elecciones anticipadas, incluso si Cameron gana la consulta. En todo caso, el conservador afronta un panorama complicado. Si sale el sí a la permanencia en la UE, tendrá que lidiar con fracturas en el Gobierno y el resentimiento de buena parte de su grupo parlamentario y de las bases del partido.

Si el voto es favorable a una salida se enfrenta a la indignación de los nacionalistas escoceses, que han amenazado con convocar un nuevo referéndum de independencia si Reino Unido se marcha de la UE arrastrado por el voto inglés.