Puigdemont se enfrenta a Mas
Si el president gana la moción de confianza se consolidará como líder de los convergentes
La maniobra de Puigdemont tiene damnificados: el primero, Artur Mas, porque ahora puede aparecer como el padre del partido, pero si Puigdemont se consolida tendrá que cederle los mandos. El segundo es Oriol Junqueras. La votación de los presupuestos la perdió el Gobierno, pero el responsable de ellos y, por tanto, de su fracaso último, es el líder de Esquerra Republicana. Que ERC haya intentado cargar el muerto a Convergència forma parte del juego, como también que Puigdemont esté dispuesto a devolverles la pelota.
La ira de Mas
La incomodidad de Artur Mas es evidente incluso en las formas. Él, que ni siquiera se despeinaba, ya no deja la ira en casa y la pasea por los mítines. A voz en grito contra la CUP. Pero tampoco pone sordina a sus discrepancias con Puigdemont. El mismo día que este anunciaba la cuestión de confianza como vía para evitar nuevas elecciones catalanas, Mas se pronunciaba a favor del adelanto electoral. Sin matices. Es cierto que proponía que Puigdemont encabezara la lista. Pero si Puigdemont supera el trámite parlamentario, la voluntad de Mas sobre su continuidad será cosa a ignorar.
De modo que los verdaderos perdedores del fiasco presupuestario son Mas y Junqueras. El primero porque ha quedado claro que el pacto que dijo haber alcanzado con la CUP era menos que nada.
Cada vez más voces señalan a Mas como el muñidor de los fracasos que cosecha su partido desde 2012
Es cierto que la CUP se comprometió a no votar lo mismo que los otros grupos de oposición. Pero lo que ha ocurrido es que los otros grupos han votado lo mismo que la CUP. Y esos otros grupos no habían pactado nada. Cada vez son más las voces que señalan a Mas como el muñidor de los continuados fracasos de su partido, que ha ido perdiendo fuerza en cada elección desde que él decidió en 2012 adelantar las elecciones. Se mire como se mire, es difícil atribuir el fracaso del pacto a Puigdemont, quien estos días ya se ha encargado de recordar que él pasaba por allí y que si hubiera sabido que estaba tan mal ligado no hubiera aceptado la presidencia.
Junqueras también tiene su parte de responsabilidad en el chasco. Primero porque era el responsable directo de los presupuestos. Segundo, porque no fue capaz de convencer a la CUP ni a Convergència y se quedó en tierra de nadie. Él buscaba con la maniobra dejar a CDC un poco más tocada, pero al final ha sido el cazador cazado. Puigdemont tomó la decisión de someterse a la cuestión de confianza sin consultarle y se lo comunicó más tarde como hecho definitivo. A Junqueras no le gustó, pero, como dice uno de los consejeros de confianza de Puigdemont, “el presidente es él. Y si no lo aceptan, que se atrevan a romper la coalición”. Juqueras se fuerza cada día a aparecer como el conciliador de todas las discrepancias. Romper Junts pel Sí arruinaría el trabajo de más de un año de morderse la lengua.
Así las cosas, ambos partidos teatralizan una campaña de signo opuesto. Esquerra sigue templando gaitas con la CUP. Convergència, especialmente Mas y el candidato Francesc Homs, la vapulea y acusa a los anticapitalistas de todos los males que puedan caer sobre el independentismo.
La CUP, a lo suyo
La CUP, mientras, va a la suyo sin prisas ni pausas. La última propuesta ha sido la de convocar un referéndum unilateral para declarar la independencia, a cambio darían su confianza a Puigdemont. Homs y Mas ya han dicho que se oponen. Puigdemont navega entre dos aguas y Esquerra señala que el asunto puede ser estudiado.
El líder de ERC, responsable de los presupuestos, es la otra víctima de la maniobra de Puigdemont
A quien ha pillado en fuera de juego ha sido a los habituales portavoces civiles de Junts pel Sí, como la Asamblea Nacional Catalana. La perplejidad los ha llevado a suspender el juicio (como aconsejaban los maestros escolásticos) y a anunciar una consulta a las bases, antes de exigir una postura clara al Gobierno. Como el resultado de esa consulta es más bien incierto, desde Convergència y desde Esquerra se han apresurado a recordar que las decisiones del Gobierno las toma el Gobierno y que a la ANC no la ha votado nadie. Portavoces sí, pero sin voz propia.