26/4/2024
Política

Podemos, el cambio va por territorios

La formación de Iglesias es la más votada en el País Vasco y Cataluña, aprovechando el hueco electoral dejado por los socialistas

AHORA / Jacobo Pedraza - 23/12/2015 - Número 15
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Podemos, el cambio va por territorios
Iglesias, Errejón y Bescansa celebran el resultado electoral junto a otros dirigentes de Podemos. Juanjo martín / EFE
Pase lo que pase, el resultado ya es bueno. Pablo Iglesias dejaba el pasado día 20 la sala VIP del cuartel de seguimiento electoral de Podemos para subir al atril y encontrarse con la prensa con una sonrisa de satisfacción difícil de ocultar. Un rato más tarde, en la plaza del Museo Reina Sofía de Madrid, leía ante miles de simpatizantes un emocionante discurso tras ser presentado por Íñigo Errejón como el “presidente del gobierno de la gente”. Un homenaje a los héroes anónimos de la sociedad y a otros con nombre propio, como Clara Campoamor, Victoria Kent, La Pasionaria, Alberti, Companys o Paco Ibáñez, cuya profunda voz se escuchaba a continuación en “A Galopar”. No era el discurso de un presidente, pero sí de alguien que se sentía ganador: “Hay mucho trabajo que hacer, pero algo ha cambiado. Nunca más una España sin sus pueblos y sus gentes”, proclamaba. Podemos pasó de 0 a 69 escaños, realizó una campaña para enmarcar que le permitió superar a Ciudadanos, un reto que parecía muy complicado hace menos de un mes. Y se quedó a unos 350.000 votos de igualar o superar al PSOE. Iglesias no será presidente, pero el logro no es pequeño.

El apoyo de Ada Colau

Presume de ser la fuerza más votada en Cataluña y en Euskadi. En medio de un escenario en el que algunos están empeñados en seguir con una hoja de ruta hacia la independencia, sin lograr acuerdos para investir a un president, y otros no parecen dispuestos a hacer gran cosa por llegar a un entendimiento, la propuesta de referéndum para Cataluña de En Comú Podem (que aspira a formar grupo parlamentario propio en el Congreso) ha calado, tras el fracaso de su opción en las autonómicas. Buena parte del mérito de ese éxito es de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que esta vez ha hecho campaña junto a Podemos y que emerge ahora como una figura de enorme peso específico de cara al futuro político de

Los mejores resultados los ha obtenido en las listas en las que ha ido en concurrencia con otras fuerzas

España. Casi un millón de votos que se traducen en 12 escaños, más de 300.000 papeletas de margen respecto al segundo partido más votado, Esquerra, y el compromiso, por ahora firme, de buscar la convocatoria de esa consulta vinculante.

Es impactante ver cómo el color morado inunda el mapa electoral en la provincia de Barcelona. Lo que antes fue el cinturón rojo que identificaba a los municipios de la periferia de la capital catalana —localidades con muchos votantes cuyo origen está en otras regiones de España— y que en las catalanas parecía teñirse con el naranja de Ciudadanos es ahora el principal vivero de papeletas de Podemos, fuerza más votada en la propia Barcelona, Hospitalet, El Prat, Cornellà, Badalona (de donde era alcalde el popular Xavier García Albiol), Mataró, Sabadell, Terrassa o Rubí. Un bastión que pretenden  conservar y cuya obtención atribuyen al impulso y el carisma de Colau.
 
Si desplazamos el mapa hacia el País Vasco se vive una situación parecida. La victoria de Podemos no es tan contundente, y de hecho el PNV supera en representantes obtenidos (6 contra 5) a la formación emergente, que sin embargo tiene 15.000 votos más que los jeltzales. Pero Podemos gana en dos provincias, Álava y Guipúzcoa, y en sus respectivas capitales, Vitoria y San Sebastián. Y también se ha hecho con los principales núcleos industriales del País Vasco, la ría del Nervión (excepto Bilbao y Getxo) y varios municipios de la periferia donostiarra, como Andoain, Lasarte, Rentería, Pasaia o Irún, ciudad gobernada ininterrumpidamente por el PSE desde hace casi 30 años. Esta zona, una de las más

Su implantación es mucho mayor en las grandes zonas urbanas  que en los pueblos y el mundo rural

castigadas por ETA y la kale borroka en los 90, ha votado tradicionalmente a los socialistas y a los abertzales. La irrupción de Podemos, que incluía en sus listas a los líderes ecologistas de Equo, Juantxo López de Uralde y Rosa Martínez, explica buena parte de los 100.000 electores perdidos en Euskadi por Bildu y PSE (100.000 cada uno) respecto a 2011.

La confluencia con otras formaciones ha salido muy bien, vistos los resultados, en País Vasco y Cataluña. También en Galicia, donde En Marea —que aglutinaba a Podemos, los nacionalistas de Anova, Izquierda Unida y a las candidaturas municipales que se hicieron con ciudades como Santiago, Ferrol o A Coruña— es la segunda fuerza con seis escaños, solo superada por el PP. Y en la Comunidad Valenciana, donde el pacto con Compromís les ha permitido sobrepasar al PSOE y estar, de nuevo, solo por debajo de los populares. Los balances de las candidaturas de Podemos en convergencia con otras fuerzas son los mejores del partido morado en toda España. Madrid puede considerarse una excepción, al haber logrado la segunda plaza sin intervención alguna de Manuela Carmena, lo cual avala la mejor implantación de Podemos en territorios más urbanizados que rurales. En Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura o Andalucía las cosas no han ido tan bien.

Imponer la agenda

Iglesias busca ahora imponer su agenda, que pasa por una reforma constitucional que blinde los derechos sociales, que prohíba las puertas giratorias, que establezca un procedimiento de moción de censura ciudadana contra el gobierno y que reconozca el derecho de autodeterminación. Un ejercicio de política-ficción que deja pocas dudas de que hubiese sido más fácil colocar esa hoja de ruta si los 900.000 votos de Unidad Popular, que comparte el programa casi al completo, hubieran caído en el mismo saco que los de Podemos. Podrían haber escalado hasta los 85 escaños, casi a la par que el PSOE. Ahora suman 71 con los dos conseguidos por la candidatura de Alberto Garzón. Caprichos de la ley electoral, que también ambos quieren reformar.