28/3/2024
Política

Rajoy agita el miedo a la izquierda

El PP retoma el discurso de “nosotros o el caos”, con el que ya fracasó en las municipales y autonómicas de hace un año y en las generales del 20-D, y el PSOE se enreda en sus líos internos mientras Podemos e IU sellan una alianza electoral

AHORA / Rosa Paz - 13/05/2016 - Número 33
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Rajoy agita el miedo a la izquierda
Pablo Iglesias charla con Susana Díaz, quien vetó un posible gobierno de Sánchez con Podemos. javier lizón / eFE
Enredado en sus peleas internas y acosado por la alianza de Podemos con IU que le disputa la hegemonía de la izquierda, al PSOE le está costando encontrar el mensaje positivo con el que su líder Pedro Sánchez quiere mejorar sus resultados el  26-J y, esta vez sí, conseguir ser presidente del gobierno. A Mariano Rajoy, no. Él también, como Sánchez, se juega su futuro político en la nueva ronda electoral, pero él no tiene problemas de discurso.

Él se limita a recuperar el mensaje del miedo: o me votáis a mí o nos invadirán los bárbaros y arrasarán con  todos los logros del progreso y la modernidad, viene a decir. O lo dice con otras palabras: “Hay una alternativa extremista, disolvente de todo lo bueno que tenemos, de la unidad de España, de la democracia constitucional, del crecimiento económico”, aseguró en el primer vídeo de campaña, para el que utilizó las instalaciones de la sede de la Presidencia del Gobierno y no las del PP, como habría sido lo normal tratándose de propaganda partidista. Y esos extremistas, radicales, antisistema que llevarán a España por “el camino de la incertidumbre, la inestabilidad y la inseguridad”, podrían llegar al poder solos o de la mano del PSOE, según deja caer el PP en su propaganda.

Tras perder poder territorial

No es un discurso nuevo. Es el que utilizó ya para las elecciones del 20-D sin mucho éxito, porque entonces no consiguió la mayoría absoluta por sí solo ni sumando con Ciudadanos, que parecía su aliado natural. Quizás porque no lograron inocular el suficiente miedo en sus votantes. Y eso que la siembra había empezado antes y arreció hace un año cuando la alianza de socialistas y podemitas arrebató al PP unos puñados de ayuntamientos y comunidades autónomas donde campaba desde hacía lustros: la Comunidad Valenciana y el Ayuntamiento de Valencia, por ejemplo.

El PP pierde su discurso del éxito económico por no reducir el déficit y tener que rebajar las previsiones para 2016

Tampoco está claro que la estrategia del miedo le vaya a ir mejor el 26-J, pero la otra pata de su argumentario, que utilizó en diciembre, la de sus éxitos económicos, ha quedado inutilizada para esta ocasión no solo por la realidad de los 4,7 millones de parados y del empleo precario, también por la amenaza de sanciones de la Comisión Europea por incumplir el compromiso de reducción del déficit y por la revisión a la baja de todas las optimistas previsiones económicas que hizo el Gobierno en vísperas de las anteriores elecciones. Ni pueden hablar de sus medidas contra la corrupción, por los escándalos y los imputados que se les han multiplicado en estos cuatro meses, ni de unidad interna, porque también le han surgido a Rajoy voces críticas —acalladas por la disciplina de la campaña electoral— que pedían su sustitución como líder del partido. Exigencias que solo podrá frenar si consigue mantenerse en el poder.

Después de las negociaciones frustradas del PSOE con Podemos para forjar un pacto de gobierno, de las exigencias que puso entonces Pablo Iglesias y de su alianza electoral ahora con Izquierda Unida, el PP —y parece que también Ciudadanos— va a arreciar en esa idea del desastre que supondría un triunfo de los radicales.

Para quien la coalición de Podemos con Izquierda Unida representa un peligro es, sin embargo, para el PSOE. Porque los socialistas piensan que toda la estrategia de Iglesias va dirigida al sorpasso, a quedarse con el espacio político de los socialistas, sin importarle que quien gobierne sea el PP de Mariano Rajoy. De hecho, es eso lo que le reprocha Sánchez cuando le afea que no quisiera pactar su investidura. Y parece que esa ha sido, ciertamente, la estrategia del sector mayoritario de Podemos desde su creación: arrebatarle al PSOE la hegemonía de la izquierda. A ese objetivo se debe el acuerdo con Izquierda Unida, formación a la que Iglesias había despreciado en las anteriores elecciones.

‘Sorpasso’ y abstención

Está por ver, no obstante, que la coalición electoral vaya a conseguir sumar los votos que Podemos y las confluencias obtuvieron el 20-D (5,2 millones) y los que consiguió IU (algo más de un millón). Expertos y socialistas sostienen que la alianza va a permitir amortiguar la caída electoral que los sondeos auguran al partido de Iglesias sin que esté claro que eso le vaya a permitir aún superar al PSOE.

La hipótesis, no obstante, preocupa a los socialistas, que saben que para ellos mantener el resultado de diciembre o mejorarlo va a depender de cómo responda su electorado y de si este va a ser el más proclive a la abstención, como se empeñan en augurar los demoscópicos. Por eso Sánchez tiene que dar con un mensaje que reconquiste a los votantes socialistas. A los que votaron el 20-D y a los millones que les han ido abandonando en los últimos años, algunos de ellos para apoyar a Podemos y que podrían estar desencantados —eso esperan en el PSOE— por el modo en que ha administrado el nuevo partido su cuota de representación parlamentaria.

Los esfuerzos realizados en estos cuatro meses por el candidato socialista para intentar formar gobierno no le han valido para reconciliarse con los barones críticos. Así que ahora sigue el enredo en el PSOE. El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, declaró esta semana que confía en que la presidenta andaluza, Susana Díaz, dispute a Sánchez la secretaría general en el próximo congreso, después del verano, trasladando indirectamente la escasa esperanza que alberga de que el PSOE obtenga un buen resultado en junio. La propia Díaz consideró inorportuna esa declaración.

Los socialistas confían en que Podemos solo amortigüe su caída con el pacto con IU y no consiga dar el sorpasso

Pero no ha sido el único disgusto del líder socialista esta semana. Este sábado, 14 de mayo, el comité federal tendrá que resolver una nueva rebelión: al menos dos de los barones que querían impedirle que pactara la investidura con Podemos, el presidente “del gobierno a la valenciana”, Ximo Puig, y el presidente de Aragón, Javier Lambán, están negociando con el partido de Iglesias listas conjuntas al Senado. Esta fue una oferta, que el PSOE consideró “envenenada” y que Sánchez rechazó radicalmente.

Algunos dirigentes socialistas, fieles al secretario general, opinan que la campaña socialista debe tener un mensaje claro y positivo. Algo así como “en estas elecciones se elige presidente y ese tiene que ser Pedro, porque es el único que puede garantizar el cambio”. Y evitar entrar en la pelea con los otros partidos, más allá de las críticas a la gestión y a la corrupción del PP.

Ciudadanos se desdibuja

Mientras Podemos escenifica su alianza con IU, el PP insiste en el discurso del miedo y el PSOE trata de encontrar la salida a su laberinto, Ciudadanos, que aparece bien valorado en las encuestas, está empezando a quedar desdibujado en la escena política. Su pacto con los socialistas le puede hacer perder votos de populares descontentos con Rajoy  —al menos eso espera el PP— y su mensaje ha quedado opacado en los últimos días por las iniciativas o los problemas de los demás. Salvo la mención a “los comunistas” para referirse a IU, que a sus votantes más centristas les puede sonar algo rancia.