13/10/2024
Internacional

Ross Perot, un modelo para Trump

Millones de estadounidenses se entregaron al discurso iconoclasta del millonario tejano que compitió contra Bush

Eduardo Suárez - 03/06/2016 - Número 36
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Ross Perot, un modelo para Trump
Seguidores del candidato republicano Donald Trump en Anaheim, California. ROBYN BECK / AFP / GETTY
Larry King asegura todavía hoy que no sabía lo que iba a ocurrir en su estudio el 20 de febrero de 1992. Su invitado era un millonario tejano que había construido su fortuna con dos empresas de software y que se había erigido en portavoz del descontento del país. “Yo no quiero presentarme”, respondió Ross Perot cuando King le preguntó si se estaba planteando competir por la presidencia. “Pero si la gente corriente se lo toma en serio, que se organice y se ponga en contacto conmigo en los 50 estados. Quiero ver sudor. Os quiero sobre el ring.” Unos minutos después, los productores del programa empezaron a recibir llamadas de gente que preguntaba qué podían hacer para convencer a aquel tipo de que merecía la pena presentarse. Perot le contó luego a King que aquella noche el botones del hotel había deslizado por debajo de la puerta cinco dólares para su campaña tras acompañarlo a la habitación.

Cuatro meses después, Perot lideraba los sondeos y se perfilaba como el hombre mejor preparado para desafiar en las urnas a George H. W. Bush, el presidente republicano que había ganado la guerra del Golfo con precisión quirúrgica y que de pronto se veía derrotado por el peso de la recesión. Mucho antes de la irrupción de Donald Trump, millones de estadounidenses se entregaron al discurso iconoclasta de Perot. El empresario abandonó la campaña por sorpresa en julio y volvió en otoño. Aun así logró 19 millones de votos, superó el 20% en 31 estados y quedó segundo en Utah y en Maine.

El argumento central de su campaña no era muy diferente del que vertebra ahora los discursos del candidato republicano y se resume en esta frase que pronunció cuando alguien le reprochó su inexperiencia durante un debate: “Tengo mucha experiencia en no tardar 10 años en resolver un problema de 10 minutos. Es hora de actuar”.

“Tengo experiencia en no tardar 10 años en resolver un problema de 10 minutos”, decía Perot y dice hoy Trump

Trump también se presenta como un tipo capaz de tomar decisiones y poner a los políticos a trabajar. La simetría con su predecesor no es exacta, pero su retórica y su público son muy similares. Como Perot, Trump se nutre del descontento económico y de la desconfianza que suscitan los políticos tradicionales. No propone soluciones detalladas a los problemas y explota los temores que suscitan los desequilibrios de la economía global. Perot nunca fue una estrella de la televisión, pero comprendió su potencia dos décadas antes que Trump. Al contrario que sus rivales, no invirtió dinero en anuncios prefabricados, sino en conversaciones con votantes que duraban una hora y se emitían en varios estados del país.

Al igual que Trump, durante meses ni siquiera le hizo falta invertir en anuncios por la insistencia de presentadores como Phil Donahue o David Brinkley, que no dejaban de llamarlo para sus programas en la primavera de 1992. Los productores de David Frost, el entrevistador de Nixon, admitieron que con Perot su audiencia se multiplicaba por tres. Como Trump, Perot construyó un programa difuso pero transversal. Los puntos fuertes eran la reducción del déficit y la lucha contra el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA). Pero sus propuestas incluían detalles más atractivos para los demócratas: se pronunció a favor del aborto, de subir los impuestos a los ricos y de cierto control de las armas.

Ese espíritu moderado lo llevó a atraer votantes a izquierda y derecha. El sondeo a pie de urna desveló que un 38% de sus votantes habría votado a Bush y otro 38% habría votado a Clinton si Perot no se hubiera presentado. El millonario tuvo más éxito entre los hombres que entre las mujeres y atrajo el respaldo de pequeños empresarios y obreros cualificados que habían sufrido el impacto del cierre de las fábricas por la deslocalización. El 94% de sus votantes eran blancos y solo un tercio iba a la iglesia en un momento en el que la derecha religiosa tenía una fuerza que no tiene hoy.

Al igual que Trump, Perot incluía en sus discursos pinceladas aislacionistas: “A la gente le preocupa que el Gobierno todavía esté organizado para la guerra fría y quiere que reconstruir América sea su prioridad”. Pero su retórica también incluía frases que podría haber pronunciado este año Bernie Sanders: “Una tendencia preocupante ha emergido en estas décadas de codicia y economía neoliberal: nos dirigimos hacia una sociedad partida en dos clases”.

El aislacionismo o la desigualdad estuvieron presentes en su campaña. Pero el centro de su discurso fue una retórica proteccionista que mezclaba la lucha contra el NAFTA y el rechazo a la inmigración ilegal, dos argumentos que ha retomado Trump y que le podrían ayudar a conectar con la clase obrera blanca de Michigan, Wisconsin o Pensilvania, tres estados en los que los republicanos no se imponen desde el triunfo de Reagan y sin los cuales el neoyorquino lo tendrá difícil para ganar.

Muchos seguidores de Trump invocan su perfil de empresario como antídoto contra la parálisis de Wash- ington, y su fortuna como síntoma de que nadie le puede comprar. Esos argumentos los usó también Perot hace 24 años y tienen que ver con un indicador: la confianza que suscita el gobierno entre los ciudadanos. Según las cifras de Pew Research, ese indicador estaba en un 22% en 1992. En julio de 2015 era de un 14%. En ambos casos menor que durante los peores días del Watergate.

Trump tiene una ventaja. Salvo sorpresas, no se verá obligado a librar una guerra en dos frentes y tendrá cierto respaldo de la maquinaria republicana. Hasta ahora su lenguaje abrasivo no le ha permitido construir un mensaje transversal. Perot se las arregló para atraer a quienes habían votado en las primarias por el derechista Pat Buchanan y por el izquierdista Jerry Brown. Por ahora no parece que ese tipo de alianza esté al alcance de Trump.