Me voy, me voy, pero me quedo
“Avanzamos con la fuerza de representar al pueblo y de tener un president luchador”
MIKEl CASAL
Sin embargo, del mismo modo que mi discurso no es el habitual en esto casos, tampoco lo es su significado: dimito sí, pero no me voy, ni siquiera emulando a mi antecesor, el admirado Mas, doy un paso atrás o al lado, porque quien me obliga lo hace con una autoridad que mi pueblo no reconoce, y en consecuencia carece de la legalidad democrática que solo ostenta el Parlament de Catalunya. De ahí que lo que yo hago hoy no sea más que el cumplimiento de una orden que carece de valor legal y moral, en definitiva, una pantomima de consecuencias imprevisibles.
Y no torcerán mi voluntad ni siquiera quienes quieren convencerme de que renuncie por el bien de Catalunya. Yo no atiendo a más razones que a mi propia convicción.
Soy el president de la Generalitat de Catalunya porque el 9 de enero de 2016 el entonces president en funciones de la Generalidad, Artur Mas, ante las exigencias de la Candidatura d’Unitat Popular, CUP, propuso mi nombre para que yo fuera investido nuevo presidente. Y lo fui gracias a la CUP, sí, aunque me lo hace pagar caro, pero esta es otra historia.
Lo que cuenta es que sigo siendo president y no porque lo haya conseguido por los votos de los ciudadanos sino por los del Parlament. Y lo soy no solo democrática y legalmente sino porque actúo con convencimiento e imaginación, buscando cada ocasión para demostrar que es todo el pueblo de Catalunya el que me sigue. ¿Que no llegamos al 50%? Ya llega el Parlament, que es quien representa al pueblo. ¿No es así en democracia? Y así es porque “nosotros somos ejemplo de buenas prácticas democráticas y políticas”.
“Soy el president y no hay poder en el Estado que logre hacerme dimitir”
Avanzamos con la fuerza que nos da representar al pueblo y tener un president luchador. ¿Acaso yo mismo no he fundado la Agència Catalana de Notícies, ni he publicado Catalonia today, la publicación catalanista para extranjeros, ni he accedido imprevisiblemente a la alcaldía de Girona en 2011 y a la presidencia de la Asociación de Municipios por la Independencia que me llevó ante la sorpresa general a asaltar la Generalitat? Y hace tan solo una semana ¿no he ido a Cadaqués a la fiesta de la Rahola, ese poco de “let it be” casero con guitarra presidencial, con Juan Laporta como compañero? ¿No he compartido con ellos canciones de los Beatles? Lo que sea, con quien sea y donde sea, por la Catalunya que quiero. Así es mi presidencia. Todo vale y no siempre tenemos a mano fiestas de modernidad casera que montan quienes trabajan para llevar a buen puerto y mantenerse en él la independencia que fraguó la antigua CiU.
Se nos acusa de ser la derecha del país, pero no solo representamos al pueblo sino que velamos por su bienestar. Y también de haber ignorado y recortado derechos sociales de una parte de ese pueblo, pero no es cierto. Conocéis nuestras políticas sociales, creemos que crea más trabajo quien más tiene, de ahí que favorezcamos al empresario, al especulador, al creador de riqueza. ¿O es que son los sindicatos los que la crean?
Dicen los medios del Estado español que nuestros ideales, eso que llaman “romper España”, están de capa caída, pero tampoco es cierto, avanzamos sin obedecer a los poderes del Estado que nos aprisiona, o hacemos, como hoy hago yo, la pantomima de obedecer porque ya que carecemos de poder, de capital y de ejército, nos limitamos a mantener una estrategia que nos permita permanecer y avanzar: “la estrategia de la cautela y la prudencia”. ¿No dio mi presidencia ejemplo de ello cuando fuimos acusados de “recular en nuestro independentismo al pretender pactar para conseguir el apoyo del PSC en los presupuestos? ¿Y en nuestros sempiternos apoyos a la derecha anticatalana del Estado? Estrategia de cautela y de prudencia.
En cuanto a mí, “de momento pienso volver a mi profesión. Siempre tengo un ojo en el mundo del periodismo del que soy profesional”, igual que lo tengo en la lingüística, no por título sino por amor a mi lengua. Ya me conocen, pero “si quieren saber más de mi vida personal, vayan a la fuente, que soy yo”.
Y para acabar, permítanme insistir en que se me ha dado voz para presentar mi dimisión pero no es esto lo que significa mi discurso, ya que solo el Parlament de Catalunya puede pedirme y exigirme la renuncia, nadie más. Lo importante, lo legal, lo democrático está de mi parte, y también el pueblo lo está y la judicatura y los medios. Solo nos falta el poder y la Historia, nos dicen. Pero no importa.
Así lo veo yo, y como así lo veo, así es. De ahí que sea president y que no haya poder en el Estado que logre hacerme dimitir.
¡Por Catalunya!