29/3/2024
Política

Todo a punto para la primera votación

Sánchez cierra un pacto para que Ciudadanos vote su investidura e irrita a Podemos, al que tiene que convencer al menos para que se abstenga y le permita acceder a la Presidencia del Gobierno

AHORA / Rosa Paz - 26/02/2016 - Número 23
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Todo a punto para la primera votación
Sánchez y Rivera tras anunciar el pacto de legislatura el miércoles pasado. CHEMA MOYA / EFE
Con los apoyos suficientes para ser elegido presidente del Gobierno o sin ellos, Pedro Sánchez afronta a partir del martes 1 de marzo la sesión de investidura que podría llevarle a La Moncloa o con la que, en caso de fracasar, arrancaría el plazo de dos meses que establece la Constitución como límite para intentar nuevas investiduras o repetir las elecciones. El líder del PSOE ha conseguido, de momento, cerrar un pacto con Ciudadanos —que votará a favor de su investidura a cambio de algunos compromisos básicos que podrían suscribir todos los partidos, menos el PP— e irritar con ello a Podemos e Izquierda Unida, a quienes Sánchez necesita para garantizar su acceso a la Presidencia del Gobierno.

Entre las 200 medidas acordadas está suprimir los aforamientos, despolitizar la justicia, limitar el mandato presidencial a ocho años, eliminar las diputaciones, no subir el IRPF pero estudiar un impuesto para los ricos o derogar la LOMCE y la reforma laboral del PP —aunque este punto no se especifica así en el documento—. Además de la elección de Albert Rivera como socio prioritario, a Pablo Iglesias le ha molestado el rechazo a un referéndum en Cataluña y la defensa cerrada de la unidad de España, más la ausencia de algunas medidas económicas y sociales en las que parecía coincidir con el PSOE.

Con el respaldo de los 40 diputados de Ciudadanos, Sánchez solo suma 130 votos, más 1 de Coalición Canaria, también comprometido, 131. Es posible que en las partidas simultáneas que el PSOE está jugando con Podemos, PNV, Compromís e Izquierda Unida, que quedaron interrumpidas tras la firma del acuerdo con Rivera, pudiera conseguir el voto o la abstención de un puñado de diputados de los grupos más pequeños, ya que algunos todavía le dan más importancia a los compromisos programáticos que a con quién se consigan.

Se extiende la idea de que si Sánchez no logra ser elegido el 5 de marzo se repetirán las elecciones en junio

El problema para los socialistas sigue estando, por tanto, en su capacidad de convencer a Iglesias y a sus diputados de la conveniencia, al menos, de abstenerse en la votación de Sánchez. Esa sería la única manera de garantizar su elección como presidente en la segunda votación, la del día 5, en la que necesita mayoría simple, es decir, más votos a favor que en contra. Si solo se opusiera el PP, al PSOE le bastaría con tener más de 123 votos, el número de diputados populares, pero si Podemos se suma al no, Sánchez no logrará ser elegido presidente.

Conseguir esa abstención de Iglesias y sus diputados no parece fácil porque han puesto el listón de sus condiciones muy alto y bajar de esa exaltación —también verbal— exigirá un discurso político muy argumentado para no decepcionar a sus bases y votantes. A eso se añade ahora el enojo por el acuerdo con Rivera. Si el objetivo de Podemos ha sido siempre forjar un gobierno de coalición, los socialistas solo han querido desde el principio un pacto de investidura que les permita gobernar en solitario, apoyados en una geometría variable de pactos, que irían desde consensuar con los grupos a su izquierda las políticas económicas y sociales hasta acordar con estos y con Ciudadanos las de regeneración democrática. Pero el pacto con Rivera les maniata en aspectos de la política laboral o social en los que podrían conectar con Podemos.

Lo menos malo

Lo único que, en ausencia de un pacto, podría llevar a los diputados podemitas a abstenerse sería el convencimiento de que cualquier alternativa a esa abstención sería peor para ellos: que se dañe su imagen por votar con el PP en contra de Sánchez o, más importante, porque crean que una repetición de las elecciones les puede perjudicar. De hecho, tras el 20-D parecía que volver a la urnas beneficiaría a los de Iglesias, pero esa impresión ha cambiado tras cuatro semanas de protagonismo de Sánchez y después de que se hayan conocido los desencuentros de Podemos con sus confluencias y los conflictos internos que tienen en algunos de los territorios donde en diciembre obtuvieron mejores resultados. Los socialistas les tientan con el argumento, fortalecido tras su pacto con Rivera, de que si gobierna Sánchez dejarían a Podemos la exclusiva de la oposición de izquierdas en el Congreso.

Los militantes del PSOE deberán ratificar este sábado la estrategia de pactos de su líder, votando sí o no a una pregunta genérica: “El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la Presidencia de Gobierno. ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?”. No se esperan sorpresas, salvo quizás la baja participación, porque los principales barones —que se mantienen contrarios a gobernar con solo 90 de los 350 escaños— no se manifestarán en contra pero podrían tratar de desmovilizar a las bases.

Aunque a partir del 2 de marzo se abre el plazo de dos meses para seguir intentando la elección en el Congreso de un presidente del Gobierno, se ha extendido la idea de que si Sánchez no es investido el sábado 5 la situación política estará abocada a la repetición de las elecciones el 26 de junio. Para sostener esta hipótesis se aducen razones múltiples. Por una parte, que los 68 días que han pasado desde los comicios del
20-D le han parecido una eternidad a la opinión pública, que no está acostumbrada a tanta incertidumbre y a negociaciones tan largas —quien más tardó en ser investido fue José María Aznar en 1996, dos meses—. De ahí que se piense que la tentación de aprovechar los dos meses de plazo hasta la nueva convocatoria electoral para realizar negociaciones intermitentes, que se inician y se rompen sin llegar a nada, produciría el hartazgo ciudadano y un desgaste de los partidos que lo hagan. Los socialistas creen que Podemos, que ya ha aplazado hasta después de la primera votación de investidura sus contactos con el PSOE, puede utilizar esa estrategia para reforzar su posición electoral.

Rajoy, sin posibilidades

También se descarta que el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, conseguiera ser elegido si lo intenta tras un fracaso de Sánchez. Hay incluso quienes dudan de que el rey le proponga para una investidura si no le garantiza que cuenta con los apoyos después de que declinara su oferta hace seis semanas. Y nada hace pensar que los socialistas vayan a abstenerse en su elección ni en la de otro candidato o candidata del PP. Menos aún con la avalancha de imputados por corrupción de los últimos días y cuando ahora, con el único pacto cerrado desde el 20-D, el de PSOE y Ciudadanos, los populares se niegan a abstenerse en la votación de Sánchez, pese a presiones como las del empresariado, a las que suelen ser sensibles.

La hipótesis de que el PP cambie de candidato para la investidura se extiende por el cuestionamiento del liderazgo de Rajoy, que ha sido incapaz de frenar la corrupción en su partido y también de afrontar la responsabilidad de intentar forjar algún pacto, aunque solo hubiera sido el conseguido por Sánchez con Rivera, por ejemplo.

Podemos e IU interrumpen las negociaciones con el PSOE tras la firma del pacto con Rivera

En la cúpula del PSOE temen también que si su líder fracasa en la investidura pueda perder rápidamente el capital político ganado en las últimas semanas. Conservarlo sería el objetivo para que el PSOE llegara reforzado a las urnas. Pero si no es investido el 5 de marzo, los barones críticos volverán a la batalla aunque la circunscriban en el marco de los debates del próximo congreso del partido, que se celebrará el 21 y 22 de mayo, cinco semanas antes de las elecciones.