Vía libre a la investidura de Rajoy
La gestora del PSOE trabaja para apaciguar los ánimos en el partido y para incubar la idea de que es mejor abstenerse que volver a las urnas. La elección del presidente del Gobierno se hará en el límite del plazo marcado por la Constitución
De hecho, los socialistas van a apurar el plazo porque la decisión de no apoyar la reelección de Rajoy ni la investidura de ningún candidato del PP, que sostenía Sánchez, fue adoptada por el comité federal —el máximo órgano de dirección entre congresos— y solo ese organismo puede modificarla. Pero después de su última y bronca reunión, de la que el PSOE salió desgarrado, les conviene dejar pasar un poco de tiempo para que se vayan restañando las heridas. La reunión se celebrará el domingo 23 de octubre, la ronda del rey con los portavoces el 24 y 25, y el 27 empezará el Pleno para la investidura. Rajoy no conseguirá en la primera votación los 176 votos de la mayoría absoluta —solo los 170 que tuvo en agosto con el apoyo de Ciudadanos y Coalición Canaria— y tendrá que ir a la segunda vuelta para salir por mayoría simple. Según se desarrolle el Pleno, eso ocurrirá el 30 o el 31 de octubre, el día que vence el plazo.
Se desconoce aún si los socialistas le van a poner condiciones a Rajoy, pero lo que sí se sabe es que seguirá en La Moncloa pese a las revelaciones sobre la corrupción del PP que están apareciendo en el juicio de la Gürtel. “No vamos a construir una barricada moral que impida hablar con los malos”, dijo Fernández, que apeló a la necesidad de respetar a los ocho millones de votantes del PP.
Las agendas dan un respiro
La razón de que se agote el plazo se debe también a que el sábado 15, que parecía un buen día para reunir el comité federal, el PSC celebra primarias para elegir primer secretario entre Miquel Iceta y Núria Parlón. Y a que la semana siguiente se entregan los premios Princesa de Asturias y los actos se prolongan durante casi toda la semana y a ellos tiene que asistir Fernández como presidente de Asturias.
Fernández intenta relajar el ambiente para evitar un comité federal bronco y la división entre los diputados
El presidente de la gestora está aprovechando este tiempo para ir incubando entre los diputados y cuadros del partido —también, de paso, entre la militancia— la idea de que “lo peor es repetir elecciones” y que lo menos malo es una abstención que deje a Rajoy en el poder. Poco a poco, la posibilidad de abstenerse va calando: por pragmatismo o por agotamiento. La decisión de mantener como portavoz en el Congreso a Antonio Hernando, una de las personas más próximas a Sánchez, puede ayudar además a desactivar los intentos de rebelión en el grupo socialista durante la votación de investidura. Al menos los del sector sanchista.
Pero quedan aún muchas dudas por despejar sobre esa abstención: cómo se desarrollará la reunión del comité federal y si habrá o no trifulca con los partidarios del no. Qué dirán los militantes y si algunos de ellos se plantarán delante de la sede de Ferraz como hicieron el 1 de octubre para protestar por la decisión. Si habrá o no diputados que rompan la disciplina de grupo en la abstención, más allá de lo anunciado ya por los parlamentarios del PSC, que son un partido distinto aunque estén integrados en todos los órganos de decisión del PSOE. Qué hará el propio Sánchez, que ha decidido mantener su escaño —hay quien piensa que no asistirá al Pleno—, y, finalmente, qué hará la gestora con quienes desobedezcan la decisión del comité federal, si los castigará con una multa o llegará a expulsarlos del grupo, como defienden algunos, para dar una muestra de autoridad.
Con condiciones o sin ellas
Hay más incógnitas. Porque tan cierto como que la decisión de mantener o no a Rajoy en La Moncloa depende del PSOE es que en el PP han tenido que vencer su primera tentación de provocar unas terceras elecciones para aprovecharse de la debilidad de los socialistas o de pedirles, a cambio de no hacerlo, que les apoyaran ya en el resto de las leyes de la legislatura, Presupuestos Generales incluidos. Pero el candidato a mantenerse en la Presidencia acabó por admitir que está dispuesto a gobernar en minoría y ganarse “día a día” la gobernabilidad. No es que a Rajoy y a los suyos les haya dado un ataque de generosidad, es simplemente que Fernández les advirtió de que los socialistas podrían garantizar la investidura pero no la estabilidad del gobierno y que los mismos sectores económicos y europeos que han presionado al PSOE para la abstención han ejercido su poder sobre el PP para acabar con esta larga etapa de interinidad política que, a juicio de esos empresarios, estaba perjudicando sus expectativas económicas y, se supone, también las del país.
No parece que los socialistas vayan a pactar nada, en principio, a cambio de su abstención. La impresión a día de hoy es que van a justificarla en la necesidad de acabar con la inestabilidad política y en las mermadas fuerzas con que cuentan para afrontar ahora unas terceras elecciones. Pero la decisión de facilitar gratis la investidura se debe básicamente a que no se sienten en condiciones de obtener a cambio las contrapartidas que les podrían interesar: un recorte del déficit que no perjudique de nuevo a los más débiles y preserve los servicios públicos esenciales, como la sanidad y la educación, y la modificación de la LOMCE y de la reforma laboral.
“Si ahora nos ponemos a negociar contrapartidas parecerá que hemos hecho un chanchullo con el PP, además de no tener fuerza suficiente para conseguir nada realmente importante”, aseguraba a AHORA un miembro de la gestora.
La principal incógnita es si el PSOE se abstendrá gratis o si pondrá condiciones a Rajoy para investirle
Pero en el PSOE sigue habiendo sectores que sostienen que a Rajoy no le puede salir gratis su reelección y que insisten en la conveniencia de arrebatarle concesiones que puedan vender como éxitos a las bases y el electorado socialista.
Con o sin pacto —no parece que tengan mucho tiempo tampoco para negociar con el PP—, lo que sí está claro es que los socialistas tienen intención de hacer una oposición dura, que no le apoyarán los presupuestos, en los que se marcan los objetivos más ideológicos y programáticos de la legislatura, ni asuntos que no sean considerados como política de Estado. Porque tampoco nunca antes lo habían hecho, y porque sostienen que el PP puede buscarse esos apoyos entre “sus afines ideológicos”, es decir, en Ciudadanos y los nacionalistas del PNV y la antigua Convergència. Los socialistas, además, tienen que protegerse en esta legislatura de la oposición que, a su vez, les puede hacer a ellos Podemos.
Legislatura incómoda
Así que nadie espera que esta legislatura vaya a ser cómoda. El PP no lo hace, porque por primera vez tendrá que gobernar en minoría y sin sellar previamente un pacto de legislatura —Aznar lo cerró en 1996 con los nacionalistas catalanes y vascos—. El PSOE, porque tiene que conjugar una oposición dura con el intento de zurzir los jirones del partido y con la preparación del próximo congreso, en el que se supone que la andaluza Susana Díaz optará, por fin, al liderazgo. Y Podemos, porque se enfrenta a sus problemas internos y a la necesidad de perfilar su papel en la izquierda. Para Ciudadanos, su apoyo al PP será la prueba de fuego que marcará sus expectativas de futuro.